Este viaje es cortesía del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades a la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. ¿Cómo pesaría el galardón, si en 2006, al ganar la presidencia de la República Andrés Manuel López Obrador, hubiera ocupado la presidencia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Raúl Padilla López? Intentar responder impone la travesía.
El boleto se convirtió en pase doble y por ello decidí invitar al amigo Grecu Eduardo Nivón Bolán para que refrescara en un breve apunte una parte del recorrido. Me dice: “Hace casi quince años recibí la invitación de la FIL de organizar un encuentro entre distintos actores de la cultura en México para pensar un programa de largo aliento sobre la política cultural. El documento fue publicado la Universidad de Guadalajara y Miguel Ángel Porrúa con el título Políticas culturales en México 2006-2020. Hacia un plan estratégico de desarrollo cultural. Lo elaboramos entre Liliana López Borbón, Virginia Pérez Mora, Diego Prieto Hernández tú y yo. La idea de la presidencia de la FIL era producir un documento que pudiera servir al debate sobre la política cultural en la campaña de 2006, cosa que lamentablemente no sucedió”.
También es cierto que en medio del tremendo clima electoral de ese año, para muchos el documento tenía dedicatoria para colaborar a la causa amloista. No era para menos: el tabasqueño gozaba de enorme ascendente en la comunidad cultural, era evidente la camaradería del ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México con el director de la FIL, el sector estaba profundamente decepcionada de la gestión de Vicente Fox, se había desdibujado dramáticamente la tarea de Sari Bermúdez en el Conaculta y el aspirante panista Felipe Calderón, además de no importarle ser arropado por figuras del medio cultural, había marginado los temas del sector cultural de su campaña.
Cosa de rounds
Rememora Nivón que “en realidad, los candidatos se negaron a discutir éste y otros temas. Era el tiempo en que los comités de campaña recomendaban evitar comprometerse con políticas precisas, específicas, y así fue en el caso de dicho esfuerzo en el marco de la FIL”.
Un día de 2006 que ya no podemos precisar, llegamos al recinto contiguo al Antiguo Colegio de San Ildefonso. Cuenta Nivón: “Tengo presente que casi al cierre de campaña hubo un encuentro en el anfiteatro Simón Bolívar de la UNAM entre el entonces candidato López Obrador con artistas e intelectuales para la presentación de los puntos generales del libro. El candidato estaba en el escenario rodeado de artistas, directores de cine, escritores, intelectuales”.
Al compartir en el graderío con Jorge Pantoja, ansiábamos que llegara el momento de que López Obrador tomara la palabra, era lo verdaderamente importante. Sin embargo, como relata Nivón “Raúl Padilla hizo una presentación general de los temas del documento y luego, la escritora Elena Poniatowska leyó un amplísimo discurso sobre la cultura que hilaba una larga serie de afirmaciones que iniciaban con la expresión “cultura es…”. En realidad, el documento tenía un tono reivindicativo que fue poco a poco fue asumido por el candidato y el auditorio. La escritora había sido objeto de numerosos ataques en la prensa y el desagravio poco a poco se impuso en la reunión”.
Entonces, sigue Nivón, “a pesar de que se había sugerido al candidato que abordara algunos temas específicos sobre la política cultural no quiso o no vio conveniente retomar alguno de ellos y sólo, al final del encuentro, agradeció la asistencia de los invitados y salió rápidamente porque tenía que viajar fuera de la ciudad”.
-Si gana El peje, Padilla tiene chance de llegar al Conaculta -soltó Pantoja.
-Claro, sin duda tendría gran apoyo de la comunidad –agregué yo.
Intermedio y cuadrilátero
El polémico y célebre Raúl Padilla López. Ahí siguió con sus numerosos asuntos culturales en Guadalajara después de las elecciones de 2006, del conflicto poselectoral. Allá lo veía, en la estratósfera. Luego lidiando en la feria de 2011 con la madriza que se llevó Enrique Peña Nieto por no decir los nombres de tres libros. Surcando las aguas de la política nacional, para ver de regreso, por tercera vez en el Conaculta, a Rafael Tovar: más vale bueno por conocido que amloista por conocer… como quizá los desconoce ahora. Hasta allá el licenciado Padilla.
Vino entonces la sucesión presidencial de 2018. El afluente se abrió en algún momento de los años… A comienzos de abril, señoras y señores, con ustedes el candidato de la coalición Por México al frente, Ricardo Anaya y su responsable de cultura, Raúl Padilla López. Que si Jorge Castañeda fue el artífice. Que si en verdad le convenía al Presidente de la FIL teniendo tan firme su bastión. Que si su relación con Enrique Alfaro.
En ese gran escenario de la campaña, la dupla lanzó 8 ejes de la propuesta de la coalición: 1) Política integral de cultura, que no esté limitada a las bellas artes. 2) Descentralización, que no mantenga el foco en la ciudad de México. 3) La cultura como motor del desarrollo. 4) Cultura como creadora de ciudadanía. 5) Diversidad cultural. 6) Educación y formación artísticas y apoyo a creadores. 7) Cultura con presupuesto digno. 8) Reestructuración de la Secretaría de Cultura.
Que entonces Padilla López fue a lo suyo, se metió en serio, debutó en el Diálogo por la reforma cultural organizado por el Grecu al mes siguiente de su ungimiento. En vísperas de la jornada electoral, al lado de Castañeda y de Nicolás Alvarado, presentó un documento de 121 páginas, con 41 ejes y 163 acciones en caso de llegar Anaya a Los Pinos. Entre las novedades, tener una Secretaría de las Culturas.
En aquel encuentro con periodistas, comentó que la reforma cultural “no pude ser sino indispensable en un Estado que aún no se ha enterado que la del siglo XXI es la sociedad del conocimiento, una donde la cultura pasa de ser accesorio vistoso pero prescindible a sector estratégico de la economía y pilar de la política social”.
También dijo que la política cultural que impulsaría el gobierno de coalición estaría basada en cuatro lineamientos estratégicos: diversidad e interculturalidad, creación ciudadana, emprendimiento y empoderamiento de la sociedad civil y rediseño institucional.
¿Siendo Secretario de las Culturas Raúl Padilla López, qué tal el premio Princesa de Asturias a la FIL?
“Como una luz en tiempos de oscuridad”, expresó el líder de la feria al enterarse del galardón. En el montón de felicitaciones que entraron al Twitter de la FIL, el de la secretaria de Cultura Alejandra Frausto, quien prefirió unas palabras de corte personal, que de orden institucional como merecía la ocasión, ya que la feria es ante todo patrimonio de una universidad que vive, centralmente, de recursos públicos.
Como un bien de la nación debió tratar el mandatario López Obrador el reconocimiento a la FIL Guadalajara y felicitarla. Nada más falta que diga que no lo hizo porque es una institución conservadora…