Mujeres en los destinos el sector cultural

Pintora de la luna (óleo sobre tela, 1952), de Cordelia Ureta (México, 1908-1995). (Imagen tomada de conchamayordomo.com).

 

Estas son mis cuentas en el primer nivel. Salvo los estados de Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Colima, Nayarit, Puebla, Sinaloa, Tabasco y Tlaxcala, las demás entidades tienen al frente de las instituciones culturales a mujeres. Hablamos de 23 de 32 estados, muchos del credo cuatroteista . Casi seguro una plenitud de dominio de género jamás vista. Y agreguemos a la titular de la cartera federal.

Así es: venimos dando fe del consistente aumento de las mujeres en responsabilidades públicas, sociales y privadas en el sector cultural. Señalo los tres campos genéricos para hacerlas actoras preponderantes de lo que sucede y se podrá ver en los años venideros.

Quiso la historia, la lucha política, la ideología, la demografía, el voto ciudadano y otras causas de buen o mal cuño que les toque un severo juicio en su actuación. Aunque muchas de las dirigentes culturales tienen jefes hombres, otras van en pares.

¿Las servidoras públicas, las ejecutivas privadas, las dirigentes de las organizaciones no gubernamentales del sector cultural, se distinguen de los hombres por su forma de regir los destinos de la cultura? ¿O es lo mismo cuando al final del camino las formas de decidir sobre los derroteros del campo no obedecen a situaciones de género?

Volvamos al número central: 23 de 32 altas funcionarias de los gobiernos enfrentan un desastre del sistema institucional en todos los niveles del quehacer cultural. El diagnóstico es lapidario, y hasta ahora sin remedios eficaces a la vista, digamos por repetir lo sabido: una inercia del pasado, sin recursos económicos, sin poder político, sin rendición de cuentas, sin planeación, sin marcos jurídicos eficaces.

El peor de los momentos históricos del sector cultural con millones de desempleados sin alternativas ¿hasta dónde llegará a ser achacable a ellas? ¿Hacen lo que pueden con muchas ganas? ¿Se juegan su pase a la historia local y nacional confiadas en que lustros por delante serán vistas como heroínas por haber resistido la tormenta de ajuste con timón firme? ¿Están en verdad convencidas de ser parte del brutal costo que promueve el cambio de régimen, cuando las dejan sin margen de acción?

Lo cierto es que las mismas mujeres, en su porción ajena a las tareas de conducción de organizaciones culturales, así como los hombres de todos los niveles, colores y sabores, estamos en buena medida en sus manos. Lo celebro. Sólo el tiempo nos dirá si valió la pena la preponderancia de género, el precio que se impuso para singularizar lo que suponemos será un nuevo modelo, la feliz causa social de que fueran mujeres la mayoría en los controles del sector cultural.

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