¿Dónde necesitamos generar empleo?

La permanencia de contratos que no necesariamente responden a las necesidades del trabajador, así como el incumplimiento de pago oportuno de los salarios, son situaciones que vienen de décadas atrás. Sin una reforma laboral en las instituciones culturales, las soluciones serán parciales. (Foto: Orlando Ramírez Chávez).

 

La centralidad del gasto público como generador de empleo requiere de análisis cada vez más detallados, tanto para alcanzar mejores condiciones laborales, como para dar viabilidad económica al país. Esta es una de las lecciones que deja el notable movimiento de gestores culturales y artistas que, en los últimos meses, han proyectado con enorme dramatismo una de las muchas herencias terribles de los gobiernos priistas, panistas y perredistas en el sector cultural, ante las cuales el régimen actual se torna impotente. Se trata de una situación que no es ajena al resto de los sectores productivos.

 

La crisis de los modelos contractuales en las instituciones culturales en los niveles federal, estatal y municipal se arrastra desde hace décadas. El origen de esta situación prácticamente insalvable tiene una de sus razones en la fractura entre las posibilidades de absorción de recursos humanos por parte de los entes de gobierno, y el mercado laboral común. Si bien nadie duda de que el aparato cultural mexicano requiere de más empleados, tampoco hay un estudio que nos indique cuántas plazas se necesitan, y cuántas de ellas corresponderían a los sindicatos y al Servicio Profesional de Carrera federal, así como a sus sucedáneos en los estados y municipios.

Tampoco existe un diagnóstico que identifique la demanda de trabajo eventual que generan los organismos culturales al proyectar sus acciones. Mucho menos sabemos si las instituciones educativas están formando con realismo, así como con perspectiva de desarrollo, los ejércitos de profesionistas y técnicos que buscan alimentar la productividad del sector cultural, al igual que sus cadenas simbólicas. Todo ello nos arroja un medio laboral que es literalmente un campo de batalla, en el cual es imposible saber cuántas personas no acceden anualmente a una posición remunerada con cobertura de los bienes básicos de subsistencia.

 

Actualización al 2018 de la distribución porcentual de los puestos de trabajo del sector cultural, según el Inegi.

 

Sin brújula en la tormenta

Si nos apegamos a la actualización a 2018 de la Cuenta Satélite de Cultura (CSC), podemos atrevernos con algunas lecturas del fenómeno laboral del sector (recomiendo leer mi texto “Habitantes del sector cultural: ¿cómo terminará su año laboral?”, aparecido en este Paso Libre el 11 de noviembre de 2019). Si de 1,395,669 puestos de trabajo existentes, el 35.7 por ciento son del campo artesanal, ¿tenemos una actividad saturada que convendría contener y reorientar? Por otro lado, si los medios audiovisuales capturan el 14 por ciento de la masa trabajadora, ¿debe haber más participación del gasto federal o solo debe alentarse la inversión privada para generar puestos permanentes y temporales? En lo que el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) denomina diseño y servicios creativos, el porcentaje de empleo es de 11.1, ¿qué clase de profesionales requerirá en cinco años este tipo de actividades económicas?

En esa perspectiva, según el mapa transmedia elaborado por el Centro de Cultura Digital, con base en el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas del Inegi (el mapa no es consecuencia de la CSC y no tiene comparabilidad), existen en el país 91,388 establecimientos creativos en México. Estas unidades económicas dan empleo a 725,000 personas, siendo las actividades de mayor relevancia las dedicadas a la música y artes interpretativas y a la publicidad y marketing. ¿Qué política de aliento al empleo privado debe ponerse en práctica, a partir de qué profesiones y sobre qué universo de disponibilidad en el mercado? ¿En este ámbito se requiere establecer estándares de calidad e innovación para alcanzar una meta “x” de productividad en 2030?

Así las cosas ¿tenemos a mano el diagnóstico que fijó el número de profesionales que requeriría en su primer año el programa de Cultura Comunitaria de la Secretaría de Cultura federal y los que demandará en los años restantes del sexenio, incluso más allá de 2024? Sobre las actividades de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, ¿podrá crear plazas permanentes para los Pilares y los Faros? Las instituciones culturales de la república ¿van a suprimir más plazas de base y de confianza en este año y habrá medidas compensatorias? El sector empresarial ¿tendrá expansión o contracción laboral o se refugiará aún más en el outsourcing? ¿Y el sector social qué papel puede jugar?

Son muchas las preguntas sin respuesta en el ámbito laboral del sector cultural. Sería ideal que las luchas de los trabajadores fueran acompañadas por una urgente indagación que ponga en perspectiva una reforma que ofrezca mejores garantías de vida a las generaciones de hoy y a las que vienen.

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