En la Cuarta Transformación (4T), Rafael Tovar, como miembro del Servicio Exterior Mexicano, despacharía en una embajada de México en Europa. Tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en julio de 2018, el entonces secretario de Cultura habría dado paso a una transición abierta, de alcance e influencia en Alejandra Frausto. Sin duda su poder, la legitimidad que sumó durante tantos años y el contraste de trayectorias entre el saliente y la entrante habrían actuado como un referente para la nueva gestión. Incluso muchos de sus críticos terminaríamos por reconocer lo determinante de su influencia en la transición al nuevo régimen. Seguros de la fraternidad de Tovar con Marcelo Ebrard, el destino de Enrique Márquez hubiera sido otro. Quizá una agregaduría en Centroamérica, lo que se traduce en un personaje como Ricardo Calderón en la oficina cultural de la cancillería. El Consejo de Diplomacia Cultural no hubiera tocado forma, para bien de todos. En suma, muchas cosas serían distintas.
Esto y más me generó la lectura de la revista INVNDACIÓN CASTÁLIDA, edición de la Universidad del Claustro de Sor Juana (núm. 12, noviembre de 2019) dedicado en la mitad de sus páginas a quien fuera titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) de 1992 a 2000 y de 2012 a 2016, año en que falleció al cursar el 10 de diciembre. Es inevitable que la lectura de los textos muevan una infinidad de recuerdos, una suerte de pertinencia del revisionismo.
Como alecciona la vida, el tiempo pone todo en su lugar y la expectativa es cuándo se hará una biografía de Rafael Tovar con el mayor rigor que merece en todos los sentidos. Más de uno quisiéramos hacerla. Por ahora quizá sea una tarea imposible debido a razones familiares. Pero la escritura crítica de su trayectoria, que es en muchos sentidos la de una etapa fundamental del sector cultural mexicano, daría el abono necesario para un ajuste de cuentas entre la “demoníaca etapa neoliberal” que tanto le debe, y el desastre que en poco tiempo ha acumulado la 4T al tener como protagonistas a muchos de quienes fueron sus colaboradores. ¡Quién lo diría!
El volumen incluye en la portada el retrato de un joven Tovar barbado, obra de Silvia Pardo. De los registros fotográficos destacan dos imágenes de la infancia: una del niño Rafael a punto de lanzarse de una resbaladilla, y otra con su hermano Guillermo, vestidos de pajes en la boda de Cecilia De Teresa y Polignac. Del Tovar funcionario se incluye un registro al lado de Mijail Gorbachov y se reproduce una carta de Juan Soriano (fechada en París el 1 de julio de 1981) donde el pintor le expresa: “Deseo vivamente que los chismosos no te quiten tu maravilloso buen sentido y tu buen humor”.
Textos y selección
La revista compila un conjunto de textos personales e íntimos, de familiares y amigos con una narrativa que rinde un reconocimiento y un homenaje a Tovar. No olvidemos que la rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana es su ex esposa, Carmen Beatriz López Portillo, y el hijo de ambos, Rafael, es el vicerrector de enlace institucional. Para estimular el interés de los lectores y que busquen su ejemplar de INVNDACIÓN CASTÁLIDA (hay que ir al Claustro a obtenerlo gratuitamente) decidí elegir algunas citas de los textos más llamativos.
1. “Toda una vida”, a cargo de su hijo Rafael Tovar y López-Portillo:
“Durante treinta y siete años, mi padre fue reuniendo elementos, pensando la justificación y las estrategias, ordenando los lineamientos, la organización y los objetivos de la Secretaría para que, cuando se diera la oportunidad, pudiera justificar y entender su existencia; para que fuera la plataforma idónea que sirviera para incidir en la transformación de la sociedad”.
“Podría contar que alguna vez le pregunté si tenía miedo a morir y me contestó con una rotunda y firme negativa”.
“¡Qué paciencia paternal me tuvo cuando, de niño, insistía yo en quedarme a escuchar a Octavio Paz, Fernando del Paso, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Pita Amor o Elena Garro con la sola condición de ni siquiera chistar!”.
“Pero lo que más valoro de lo que mi padre me dejó, fue su última mirada. Una mirada fija, intensa, tranquila. La mirada de alguien que ya cumplió y que cumplió bien. Incluso en el momento de su muerte, mi padre fue considerado. Quiero creer que abrió los ojos para verme pues sabía lo que eso significaría para mí en ese momento y se convertiría en una de las experiencias que atesoraría todos los días de mi vida. Así, con ese final, mi padre honró uno de los lemas de familia: Una buena muerte honra toda una vida”.
2. “Rafael Tovar, escritor”, por Edgardo Bermejo Mora.
El autor se refiere a piezas de la autoría de Tovar como la novela Paraíso es tu memoria (2009) y los libros de ensayo y crónica El último brindis de Don Porfirio (2010) y De la paz al olvido, Porfirio Díaz y el final de un mundo (2015).
“Asistimos pues al reto paradigmático del novelista que utiliza las herramientas de la literatura para explicar una historia verdadera en clave ficcional”.
“Rafael Tovar se acercó al oficio de historiar desde cuatro lugares que la historiografía contemporánea reivindica: desde la subjetividad, que no aspira a la neutralidad científica y acartonada del positivismo y del materialismo histórico; desde el reconocimiento del papel del individuo y el azar en los acontecimientos del pasado; desde la obligación de documentar en fuentes y archivos aquello que se investiga; y desde la necesidad de desmontar y poner en crisis los discursos oficiales del pasado, saturados de héroes, villanos y estatuas de bronce”.
3. “Rafael Tovar y de Teresa, tipografía renacentista”, por Ricardo Cayuela Gally.
“No bebía nada y apenas probaba la comida. Nada físico parecía distraerlo de los placeres del espíritu”.
“Vivía la cultura con la naturalidad con que las plantas hacen fotosíntesis”.
“Las alforjas regresaban llenas de pepitas de oro, salvo para el que espera al otro lado de la puerta. ¡Su impuntualidad era producto de su entusiasmo!”.
“Odiaba las grillas palaciegas de los sapos eternos y terrosos, las luchas de poder de los pigmeos y el protagonismo de los urogallos. Su única frustración profesional fue la agenda digital: sus sueños iban una era por delante de la tortuga procedimental”.
4- “El generoso glotón”, por Federico Reyes Heroles.
“No bebía, no fumaba y siempre estaba en un estado de efervescencia admirable. Comía con gran frugalidad salvo cuando se le aparecía una rosca Brioche que solo venden en Mérida”.
“Conoció los laberintos del poder, pero no cayó en sus garras. Acumulaba conocimientos, nunca odios o resentimientos”.
“Todos levantamos las cejas asombrados, pero en el asunto de cejas él también nos ganaba”.
5. “Entre la cultura y la política”, por Antonio Navalón.
“No sólo era un intelectual y un hombre de gusto exquisito, sino además fue alguien que perfectamente pudo haber formado parte de lo más brillante de cualquier civilización y alguien que entendió que sin cultura nunca habría posibilidades de tener un país”.
“No existe duda que ni el país, ni la evolución, ni el resultado del gran cambio de régimen que inició el primero de julio de 2018 hubiera podido pasar si no hubiéramos contado con gente como Rafael Tovar”.
6. “Homenaje a papá”, por Leonora Tovar y López-Portillo (texto leído en Bellas Artes a un año de la muerte de su padre).
“Siempre he pensado que son muy pocas las personas que encuentran su pasión en la vida, y más aún, aquellas que pueden dedicar su voluntad a aquello que les apasiona. No tengo duda de que mi papá fue una de ellas. Él no creía en el potencial desperdiciado”.
Los otros textos que aparecen en la revista son: “Paraíso es tu memoria”, de Daniel Rodríguez Barrón; “El lenguaje de la cultura. Rafael Tovar y de Teresa”, de Jonathan Manila, y “Ya iban comiéndose las manzanas del bien y del mal”, de María Luisa La China Mendoza.
Al final uno se pregunta ¿Por qué no se le dedicó todo el ejemplar con el fin de ofrecer más lecturas del personaje de que se trata? En el aniversario luctuoso sugerimos que debiera entregarse un conjunto reflexivo más amplio y sólido.