Es una buena pieza que alimenta el apetito insaciable de entender que diablos pasa aquí. Demasiados ingredientes en el documental de Manuel Alcalá ¿Quién mató a Manuel Buendía?, estrenado hace días en la dominante cocina de Netflix. El chavo que era cuando asesinaron al columnista no vio lo que este sesentón puede ahora ver. En verdad qué maravilla gente dedicada -aquí y allá- a estos menesteres.
Esta es mi ensalada. Me quedo con una sentencia del autor de Red privada: “Yo creo que todos tenemos algo de policía”, pertinencia irrenunciable. De igual manera la mirada de quien en esos años ochenta advertía al país como un museo de la criminología. Genial la marca de sus tareas, la MIA (Mexican Intelligence Agency), la contraparte de la CIA a la que bien puso en permanente jaque.
Uno se fija en las herramientas del oficio periodístico. Decía Manuel Buendía Tellezgirón que era indispensable leer de manera casi íntegra los diarios, ya que “todo está en la prensa pero la gente no sabe leer”. Por eso, como muchos de los dedicados al reporteo lo venimos haciendo durante años, quien fuera director de La Prensa guardaba en sobres los recortes de las noticias.
Los 4 mil expedientes del archivo fueron sustraídos de su despacho el día del asesinato, el 30 de mayo de 1984, por elementos de la Dirección Federal de Seguridad. Viven quienes podrían decir qué fue del acervo.
La combinación de los testimonios es explosiva. Impresiona el del ya fallecido Virgilio Caballero (marzo de 2019). Alfonso Zárate, cuenta sobre el libro que cargaba Buendía cuando en realidad era donde escondía una pistola. Ver a Juan Rafael Moro Ávila, el asesino material, que dejó la cárcel en 2009. Ahí colmilludos como Jorge Carrillo Olea, Raymundo Riva Palacio, Jorge Meléndez, José Reveles.
De la barra de imágenes, en ella variadas fuentes y recursos, quién no puede impresionarse con las de Rubén Figueroa, Javier Coello Trejo y Manuel Bartlett. Del primero, cuando siendo el feroz gobernador de Guerrero que fue, atiende una llamada del Presidente mientras está en la alberca.
Del entones Subprocurador de Justicia, por cerrar su testimonio con el “fue un crimen de Estado”. Y del octogenario poblano, pues por seguir haciendo de las suyas: se llevará a la tumba las verdades, como el propio autor intelectual del crimen, José Antonio Zorrilla, quien dejó la prisión en 2013.
Claro, la indigestión aquí: ¿revela el documental la respuesta? Ya se dirán.
Al cerrar los ojos para llamar al sueño, ¿Quién mató a Manuel Buendía? me regresó a mi padre cuando se sentaba a leer Excélsior, el periódico que siempre leyó, aun cuando no ganó ninguna de las casas que se sorteaban… Volvió esa mañana en la que, estupefactos, leímos un artículo de Gastón García Cantú donde le pedía a Miguel de la Madrid le diera la candidatura a la Presidencia a Manuel Bartlett.