Nuestro país es cuna de un puñado de directores de orquesta. El oficio no es para docenas. El ramillete es comprensible por la naturaleza del ser concertador. La baraja se achica cuando se cuentan quienes alcanzan tareas y prestigios internacionales.
Uno de ellos es Enrique Arturo Diemecke, en estos años director de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, director artístico del Teatro Colón de Argentina y al frente también de la Sinfónica de Flint.
En una de esas oportunidades que son tan escasas, vendrá a la Ciudad de México a impartir una Master Class, del 29 de agosto al 4 de septiembre.
Para referirme a este acontecimiento, recurro al libro Enrique Arturo Diemecke. Biografía con música de Mahler, de José Ángel Leyva (Siglo XXI Editores, 2020), que apareció en plena pandemia. Una obra testimonial que nos permite atesorar al gran director que es.
En esas páginas podemos leer, por ejemplo, que Diemecke considera haber sido concebido “en un ambiente de afinidades y afinamientos”, parte de una “tribu de músicos”, donde padres y hermanos se dedicaron a la música.
También confesiones como “la música de Ravel me ponía en un estado casi alterado de la mente, como si hubiese consumido alguna droga”.
Saber para unos y corroborar a otros que “ya desde entonces hacía un gesto peculiar que repito en cada uno de los conciertos que dirijo. Muevo los brazos y las manos como si abriera una cortina, un telón para anunciar que la función inicia”.
Con lo anterior “tiro literalmente la cuarta pared y establezco una comunicación colectiva, un flujo entre el público y los músicos, entre los ejecutantes y el director. El concierto somos todos”.
Por ser una biografía (narrada en primera persona) uno se entera de que, al preguntar a su padre por qué le había puesto Enrique Arturo, le respondió: “Enrique por el papá de tu mamá, y Arturo por Arturo Toscanini”, uno de los mayores directores de orquesta.
“A partir de ese momento -cuenta Diemecke- se me metió en la cabeza que yo deseaba ser y hacer lo mismo que Toscanini”.
En otro momento, con la directora del Instituto Monteaux, en Hancock, Estados Unidos, Madame Monteaux, en ese entonces de 85 años de edad y él de 22, escuchó que le dijo: “Desde que te vi dirigir por primera vez compré esta botella para abrirla el día que tú demostraras lo que yo pensé de ti en ese momento: este chico no se hizo músico, nació músico, y ahora acabas también de nacer como director”.
Por ello, con el tiempo “entendí que para dirigir es indispensable una sólida estructura intelectual, la capacidad de transmitir tus ideas y tu información a fin de persuadir a tus interlocutores (…) El director es un narrador de un acontecimiento intangible que se vuelve tangible en el momento de su puesta en escena”.
Apenas unas pinceladas del talento al que podrán acceder 8 participantes. La Master Class Internacional de Dirección Orquestal es organizada en colaboración con la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez de la Secretaría de Cultura federal, y se desarrollará en el Centro Cultural Los Pinos.
Los contenidos son los siguientes: preparación de partituras, análisis, técnica de batuta, expresión corporal, técnica de ensayos, programación y performance de la dirección orquestal.
Podrán participar en el proceso de selección, entre otros, directores profesionales, de orquesta académica o universitaria, egresados con experiencia en orquestas y ensambles, así como músicos y estudiantes avanzados.
El repertorio que trabajarán con el maestro Diemecke contempla: de Beethoven, la obertura de Egmont, de Brahms, la Obertura festival académico, de Dvorak, la Obertura carnaval, de Grieg, selecciones de Peer Gynt, de Mendelssohn, la obertura de Las Hébridas, de Sibelius, Finlandia, de Tchaikovsky, Vals de El Lago de los cisnes y de Wagner, la obertura de El holandés errante.
Interesados pueden escribir a informes@amproclasica.com
Interesados en la obra citada pueden ver