El domingo 22 de octubre, conforme avanzaba el extraordinario montaje de la obra En medio de la maleza. El general Morelos, escrita y dirigida por Aldebarán Casasola, entraba yo a los matorrales de los imaginarios.
Más o menos me dije esto a la par del despliegue escénico. Con lo que más se batalla en la comprensión de la historia del país, es con la construcción simbólica de los héroes nacionales. Sabemos que no es, en buena medida, una elección; implica sumarse, de facto, a una narrativa edificada.
Con ella, según el talante lector, del ser curioso, del aventurero de criterios, de la posibilidad de acercarse a expresiones artísticas distintas generadas a partir de esos seres, nos “apoderamos” de los próceres.
Además, hay que sumarle otro factor determinante: la edad con la que te aproximas al personaje. Siendo estudiantes de educación básica como de media superior, salvo los genios que son la excepción, no pasan de ser figuras de ciertas clases, de estampitas o wikipedias como de rituales del nacionalismo impuesto.
Suele ocurrir que un estudiante de licenciatura en química, ingeniería e incluso antropología, se olviden de poner al día sus percepciones sobre los hombres y mujeres que constituyeron a la nación.
Así es, en la vida llega un momento en que saber de historia de México es un asunto no solo personal, también de desarrollo de pertenencia al momento que nos ha tocado pasar por esta tierra. Entonces, sentado en mi butaca del maravilloso teatro La Capilla, iba descifrando un José María Morelos y Pavón que venía a ser en estos días de mis 62 años la confrontación con la supuesta suma de mis imaginarios, fuentes y tanteos con relación al cura.
Este aspecto me parece lo más relevante para un espectador no avezado en la biografía del general. Es decir, que sentarse a ver un Morelos de carne y hueso es poner a prueba lo que creemos saber del hombre.
El dramaturgo Aldebarán Casasola (y vaya peso de su apellido, tan singularmente histórico) no se anda por las ramas: traza, mediante la espléndida actuación de Mauricio Pimentel, un luchador por la Independencia de México contrastante.
En medio de la maleza. El general Morelos te cae, en un justo tiempo escénico, con todo su peso. Lo hace en una suma apretada de los momentos culminantes de su existencia antes de ser fusilado el 22 de diciembre de 1815. Es el hombre que optó por el oficio eclesiástico, dueño de una formación cultural, de una agudeza como estratega militar, de una solidez de principios, de sangre fría para tomar decisiones.
El planeta Morelos de Casasola tiene sus satélites conductuales. Con un protagonismo que no pocas veces nos arrebata más que el mismo sacerdote que fue padre de un hijo, apenas dibujado, Juan Nepomuceno Almonte, Jacinta, en la piel de la actriz Quy Lan Lachino norma, literalmente, la trama de Casasola.
A la vez orbitando, dueños de su propio peso, se ve en la evocadora escenografía e iluminación de Gabriel Pascal, a Hermenegildo Galeana, representado por Martín Pérez y a Mariano Matamoros, el otro cura guerrillero, que le hace por momentos de soldado Realista, encarnado por Luis Miguel Moreno.
La obra avanza y uno preguntándose ¿es el Morelos que decía conocer? Y más aún, para quienes se quedaron en la estampita escolar ¿qué Morelos se llevan a su casa con el tratamiento de Casasola? Lo señalo ya que en el teatro La Capilla había varios chavales con sus padres ya fuera grabando el video de la pieza o tomando nota en sus cuadernos.
En el mundo que es el general José María Morelos y Pavón, uno de los padres de la Independencia, el creador de los Sentimientos de la Nación, caben numerosos perfiles de él mismo. Me reconforta que, tras disfrutar En medio de la maleza. El general Morelos, no me sienta tan lejos de mi general Morelos.
Un héroe que, abonado desde todas las artes, tiene en el escritor Vicente Leñero uno de sus más finos biógrafos. Recordé el libro y la puesta en escena del Martirio de Morelos, allá por el año de 1983, bajo la dirección de Luis de Tavira, la escenografía de José de Santiago y la iluminación, curiosidad histórica, de Gabriel Pascal. Busqué para encontrar una reseña del sensacional dramaturgo Rafael Solana en uno de los ramales del sitio del CITRU “Rodolfo Usigli”, del INBAL.
Traigo a este espacio las siguientes líneas. Vicente Leñero, dice Solana, “Ha concebido a Morelos no como un Sigfrido ni como un Cid, sino como un Hamlet (…) para Leñero en esta obra don José María no parece con aquella entereza ni con aquel gesto heroico con que suele vérsele en las estatuas, sino con las flaquezas, las dudas, el ‘desengaño’, dice él mismo, con que un hombre que se ve fracasado en una lucha en la que apasionadamente creía puede verse, en la contradicción entre algunas de las ideas que tuvo siempre y otras que le asaltaron después, que le obsedieron (sic) y le apasionaron sin borrar las antiguas (…) que despierta nuestra emoción, y que desnuda ante los espectadores su pensamiento y su sentimiento, sin adoptar en ningún momento actitudes hipócritas, sin posar para los historiadores”.
Así es, a cada quien su Morelos. En este otoño del año 2023, el de Aldebarán Casasola se proyecta para perdurar en el catálogo de abordaje del prócer dentro de las artes escénicas.
*Con funciones los domingos a las 12:30 horas En medio de la maleza. El general Morelos inició temporada el 24 de septiembre y culmina el 12 de noviembre. Teatro La Capilla, Madrid 13, Coyoacán. Es una producción de Dalia Barrón, Seguidor de Pléyades e Ivonne Márquez, con apoyo del EFIARTES.
Referencia
https://criticateatral2021.org/html/resultado_bd.php?ID=6574