Digamos que los informes de gobierno siempre han sido y serán carentes de sentido crítico… Salvo sea una detracción, un análisis, a conveniencia… Dirán que las tareas de disección del discurso oficial, de las cifras alrededor de lo pronunciado, es asunto de los especialistas… O en estos tiempos, de los conservadores.
A 21 meses del régimen lopezobradorista, si algo no encuentra cause, son los enormes, robustos e irremplazables acervos del INEGI, a fin de cuentas una institución del servicio público. Sea para los informes presidenciales, para el trajinar de gobernadores y alcaldes, para los quehaceres cotidianos de los secretarios de estado, entre ellos los de la titular de Cultura, Alejandra Frausto, como en sus meses no lo fueron para el secretario de Cultura de la Ciudad de México.
En este escenario llegaron los datos del PIB al segundo trimestre de 2020, con su proyección semestral. Asunto de la normalidad mediática, los reflectores cayeron con justificado dramatismo en el porcentaje total a precios del mercado, el (-) 18.7 del periodo de abril a junio, con un resultado de enero a junio de (-) 10.1 por ciento. En la olla, pues o en la punta baja de la “V”.
Pasado el tsunami de las cifras de primera plana, vinieron los microscopios que se detuvieron ante todo en los casos envolventes de las actividades primarias, secundarias y terciarias. Nos toca por ello, hacer la talacha que corresponde al sector cultural, que es un capítulo más del seguimiento que hemos venido dando a lo largo de la pandemia, primero en El rosario del coronavirus y ahora En el paredón.
Recordemos que lo que observamos son tendencias del comportamiento de las actividades económicas de la cultura por sectores representativos vistas en “bruto”, sin el detalle que ofrece la desagregación por subsectores en la clasificación del SCIAN o a través de lo que solo anualmente brinda la Cuenta Satélite de Cultura.
La gráfica es tan brutalmente clara, que por ahora solo amerita subrayados. Llama la atención el sector 51 Información en medios masivos, donde se ubican las llamadas industrias culturales, no pocos quehaceres que involucran contenidos creativos y la cacareada cultura digital. En el trimestre, que es medular por el parón económico, como por el encierro de las familias, ¡cayó (-) 0.4 por ciento! A pesar de esta baja, libra el semestre con un heroico 2.1 por ciento.
Luego, el sector 71 Servicios de esparcimiento culturales y deportivos, y otros servicios recreativos, confirma el cataclismo de gran parte de la vida cultural del país. Se lleva el sótano de ¡toda! la actividad económica nacional con el ¡(-) 76.9 de caída!, para un porcentual al semestre de (-) 46.7 por ciento. ¿Podemos imaginarnos lo que llevará recuperar lo perdido, reponerse con respecto al año que se antoja ya idílico, el 2019, y crecer en 2021 y 2022 o más años para dejar atrás, en el olvido, esta debacle?
Veamos otros sectores que involucran actividades económicas de la cultura, resaltando solo los valores del trimestre, que ahí tienen ustedes la gráfica completa: el 31-33 Industrias manufactureras con (-) 29.6; el sector 46 Comercio al por menor (-) 28.9; el sector 54 Servicios profesionales, científicos y técnicos (-) 8.0 y el sector 93 Actividades legislativas, gubernamentales, de impartición de justicia y de organismos internacionales y extraterritoriales que pasó de 6.5 del primer trimestre a 1.0 en el segundo.
Hacia las navidades
Si en el sector cultural cuentan mucho los valores simbólicos y las percepciones, más significan cuando se convierten en comportamiento económico.
El lapso abril-junio de este aciago 2020 abre las puertas al siguiente trimestre: desde julio viene el “empuje” de cierta reactivación de nuestro sector, a cuenta de la “profundización” de los usos de la cultura digital, de comercios, empresas y servicios profesionales. Ya veremos lo que recoja el INEGI del tercer trimestre que será el acceso al salvoconducto de los tres últimos meses del año, cuando se espera que el consumo cultural de rienda suelta a las fantasías contenidas durante nueve meses.
Apenas hay plazo para pensarse en el 2021, esperando más de la acción del mercado cultural que del régimen que gobierna, ya que profundizará su propia crisis, llevándose todo lo que encuentre a su paso.