Hagamos los apuntes de la octava entrega, que espulga de las páginas 370 a 438.
Con Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad (Ariel 2020), Malva Flores se sometió a muy diferentes riesgos. Uno de ellos, natural, el de tomar partido.
Aunque por su trayecto la postura es obvia, conforme la crónica avanza para colocarse en tiempos de su vivir como crítica, como escritora, como parte de un grupo cultural, su devoción por el fundador de las revistas Plural y Vuelta es impresionante.
En consecuencia, Carlos Fuentes va siendo arrinconado en el cuadrilátero de los acontecimientos, como bien el novelista advirtió al referirse a las dotes boxísticas de su, por muchos años, amigo.
Entonces Malva Flores, como juez y réferi, no quedará exenta de lo que bien estime el público al ver los puntajes que otorga a los boxeadores. Como sucede en las peleas que llegan al final de los rounds, no todo mundo quedará contento con el resultado: cosa de mis siguientes entregas.
Así las cosas en la arena fascinante, nos situamos en 1970. Paz le escribe a Jean-Clarence Lambert, su traductor al francés. “(…) aunque sigue la lluvia de insultos desde los cuatro puntos cardinales y el centro contra Posdata, el librito se ha convertido en el betseller de la temporada y en estos días se prepara la tercera edición”. Ello ocurre entre “cursos, la corrección de sus traducciones, la escritura misma y la vida, más bien apacible en Cambridge”, cuenta Malva Flores.
Septiembre 12. Paz encontró en Le Monde una noticia. “Creación en París de una revista en lengua española”, cuyo contenido, califica Malva, “no podía ser más afrentoso”. Se informaba que reunidos en Saignon el 15 de agosto, Julio Cortázar, José Donoso, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Juan Goytisolo y Mario Vargas Llosa habían decido crear una revista que se publicaría trimestralmente en París, a partir de 1971.
El poeta que obtendría el Nobel de Literatura había sido invitado a dicha cita por la patrocinadora “un cuero de nombre Albina de Boisrouvré”, según palabras de Fuentes, a la que el poeta decidió no asistir. “Dos meses después de aquella fecha triste”, dice Malva, Paz se animó “por fin” a escribirle a su gran amigo Carlos Fuentes en una “dolorida carta de reproche”.
Le dijo: “Si he de creer a Le Monde, se me invita a participar en una revista que no es otra que la que a mí se me ocurrió hacer, hace algunos años, contigo y con Tomás Segovia. Es como si se me invitase a comer un plato que yo mismo preparé”.
“Las eminencias que componen el Comité de Redacción de la revista no están unidas sino por una vaga celebridad literaria”.
La publicación se llamó Libre y apareció entre 1971 y 1972, logrando solo cuatro números. El colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, fungió como Secretario de Redacción; en una obra suya rememoró que “la remota paternidad de la revista correspondió a Octavio Paz, que tenía para ella el nombre de El Blanco”.
La respuesta de Carlos Fuentes no llegaría muy tarde al buzón de Paz, una larga carta, dice la autora, “entre dolida, avergonzada, justificatoria o las tres cosas a la vez”.
Tecleó el hijo de diplomático: “Gracias por tu carta tan leal y tan franca (…) La verdadera iniciativa, el entusiasmo, la decisión de hacer una revista propia, en París, pertenecían a Goytisolo y Sarduy”. Pero eso no significaba que no pudieran hacer “una revista dirigida por ti, con la colaboración de Segovia y mía, en México. No creo que los dos proyectos se excluyan mutuamente; simplemente, llegó el momento de distinguir entre ambos”.
A lo dicho paso rápido para regresar al difícil asunto del financiamiento. Fuentes le comenta que las empresas privadas no aprobarían jamás una publicación crítica y que Echeverría mentía al decir que había “empresarios nacionalistas; todos son tributarios del oligopolio norteamericano”.
Atrás de todo este enjuague, advierte Malva, estaba también el fenómeno editorial del boom, el cual, según contó José Donoso, terminaría en una fiesta la nochevieja de 1970 en casa de Luis Goytisolo en Barcelona.
De lo citado por la autora de Estrella de dos puntas, leamos este fragmento del chileno contenido en uno de sus libros: “Mientras tanto nuestra agente literaria, Carmen Balcells, reclinada sobre los pulposos cojines de un diván, se relamía revolviendo los ingredientes de este sabroso guiso literario, alimentado, con la ayuda de Fernando Tola, Jorge Herralde y Sergio Pitol, a los hambrientos peces fantásticos que en sus peceras iluminadas devoraban los muros de la habitación: Carmen Balcells parecía tener en sus manos las cuerdas que nos hacían bailar a todos como marionetas, quizá con admiración, quizás con hambre, quizás con una mezcla de ambas cosas, como contemplaba a los peces danzantes en sus peceras”.
Mientras la editora española “hacía su papel de titiritero” asegura Malva, “Octavio Paz seguía sin aparecer en esas fiestas o convite”. A mediados de febrero de 1971 llegó a México. El país, relata Malva, lo sorprendió nuevamente con la “inesperada, maravillosa y homicida cordialidad de mis paisanos”, según le dijo al crítico Emir Rodríguez Monegal.
En el restaurante Passy, en la Zona Rosa, “testigo involuntario de muchos encuentros importantes en la vida del poeta”, celebró con Julio Scherer el nacimiento de Plural, la revista que el director de Excélsior le había propuesto en principio como un suplemento cultural inserto en las páginas de Excélsior y donde poco tiempo después defendería la independencia (la “marginalidad”) del escritor frente al poder.
Octavio Paz quería una revista, a cuyo nombre, contó Scherer en una de sus obras, “le dimos vueltas y revueltas, como le gustaba decir a Octavio (…) De pronto, como ocurre siempre, dijo Octavio con la certeza de un enigma resuelto: ‘Plural’. Ese día, el del bautizo, fuimos a Passy. Los huisquis dominaron la mesa”.
El primer número de Plural apareció en octubre de 1971 (en efecto, es el cincuentenario), un mes después de que naciera Libre. Es además el año en que Carlos Fuentes dijo que se respiraban “nuevos aires con el advenimiento de Luis Echeverría”.
También es el año de la muerte de Rafael Fuentes Boettiger, padre del escritor. A partir del deceso, cuenta Malva, “podemos ver a un Fuentes un poco distinto de sí mismo. La culminación de esta transformación tiene fecha: 18 de abril de 1975, cuando presentó sus cartas credenciales como embajador de México en Francia, propuesto a ese cargo por el presidente Luis Echeverría. Para honrar a su padre y quizá para reencarnarlo también de esa manera, usó uno de los trajes de su progenitor”.
Relación de artículos sobre Estrella de dos puntas.
Espulgar un libro: Paz y Fuentes en el sector cultural, 2 de agosto.
Las becas de Fuentes y Paz, 5 de agosto.
Toma y tunda, Paz y Fuentes: “Atácalo, Helencitos”, 16 de agosto.
Andares de Paz y Fuentes; diplomacia, creación, grilla, 27 de agosto.
Y seguimos: Paz-Fuentes, emprendedores, no empresarios, 22 de septiembre.
Los poderes de Fuentes y Paz: literarios, políticos ¿económicos?, 7 de octubre.
Los dineros de Albina du Boisrouvray entre Paz y Fuentes, 20 de octubre.