Hay tantos libros de los cuales uno quisiera hacer solamente un listado de frases, de oraciones. Sin duda el carteo entre grandes personajes se presta mucho a ello, como también el recobrar de la hemeroteca sus escritos.
Y si a ello sumamos la cadencia del autor que los entrelaza en la historia, más ganas dan de ese empeño: hacerlo es invitar a ensamblar el rompecabezas del sector cultural.
Vayamos en esta dirección en la novena entrega que va de las páginas 399 a 437 de Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crónica de una amistad, de Malva Flores (Ariel, 2020).
En la ruta Octavio Paz, la creación de Plural, el activismo político de Carlos Fuentes en el gobierno de Luis Echeverría y el ambiente sazonado por las confrontaciones entre los grupos culturales.
El 30 de junio de 1971, Paz le escribió al poeta y crítico Saúl Yurkievich (1931-2005). ¿Recordaba la historia de la revista? Al fin se haría realidad: “Será un mensual en forma de tabloide, con unas 40 páginas y una presentación tipográfica agradable”.
El 29 de julio de 1971, Paz le escribió al poeta Henri Michaux (1899-1984) con el propósito de invitarlo a colaborar en la nueva publicación: “La carta adjunta es más bien una especie de hoja de información general. Olvide ese lenguaje escolar de sus vecinos de la Unesco (…)”.
Se trata del envío de la invitación firmada por el Secretario de Redacción Tomás Segovia (1927-2011): “(…) de cualquier extensión pero no más de unas 20 cuartillas a máquina. En las condiciones de nuestro país, sus honorarios serían desgraciadamente bastante modestos (alrededor de 100 dólares)”.
Carlos Fuentes no aparecería en el directorio de Plural –ni entonces, ni después-. Dice Malva Flores que “si se revisa cuidadosamente (el suplemento) La Cultura en México (de) ese año, podrá advertirse que el compromiso editorial de Fuentes ya estaba en otro lado”.
En dicha publicación se propusieron contar con seis directores, uno por mes y al segundo semestre reciclarse de nuevo, a efecto de dar diversidad editorial: Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Gastón García Cantú, Henrique González Casanova, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco.
La cronista Malva le entra: “Se trató en efecto de un cambio radical cuyo fracaso prefiguraría una de las divisiones más acusadas del campo cultural mexicano. Con el número 539, publicado el 17 de junio de 1972, terminó oficialmente esta fallida aventura de seis directores en una misma publicación”.
Terminaba la primavera de 1972 y, en ese junio, Carlos Fuentes organizó para Echeverría una reunión en el Waldorf Astoria de Nueva York con intelectuales norteamericanos y mexicanos entre los que se encontraba Paz, que ese momento residía en Hardvard.
En Estrella de dos puntas se pasean infinidad de frases contundentes. Por ejemplo, esta de Paz en carta a Rita Guibert (1916-2007) en 1972, en ruta a la creación del Partido Mexicano de los Trabajadores: “García Márquez es un oportunista de la izquierda, un hombre sin ideas políticas, sin ideas tout court”.
Ahora vayamos a otro ser no menos polémico, Jaime García Terrés (1924-1996), quien escribió en Plural “Los escritores y la política”, en octubre de 1972. En el marco de los acontecimientos nacionales veía tres caminos: “Callar, apoyar al régimen o bien rechazarlo”, pero se inclinaba por una postura flexible pues la burocracia mexicana no era un accidente del que uno pudiera prescindir: “Raro es el escritor que vive de sus regalías, sin ligas directivas o indirectas con el Estado: a menudo la alternativa reside en vincularse al capitalismo privado, lo cual tampoco depara garantía de independencia”.
Ante el empuje logrado por la revista paciana, comienza a surgir la idea de una revista alternativa a la edición de Excélsior. Alguien dice: “Vamos a crear una revista. A poner una casa enfrente a la casa Plural”.
Corte a:
En abril de 1975, Gabriel Zaid refrendó la idea de que la independencia era “la vocación natural de la vida intelectual”. Pese a esa vocación natural, era “ridículo infamar a los intelectuales (prácticamente todos) que a lo largo de un siglo han estado viviendo del erario. Ridículo, porque un puesto público no siempre es lugar de corrupción (…) Ridículo, además, porque no había alternativas”. Remata: los nuevos intelectuales “lo esperaban todo cada vez más de la burocracia cultural”.
Viene entonces Carlos Monsiváis (1938-2010), entre agosto y octubre de 1975, en La Cultura en México dicta: “En un país donde, para el sector de la cultura, el Estado ha sido todo ¿cuánto tiempo es posible vivir lejos de su sombra bienhechora?”.
En ese mismo tablado de grupos culturales y posiciones, aparece Héctor Aguilar Camín (HAC). Relata Malva Flores algunas de las ideas del escritor al referirse a que los productos culturales, antes minoritarios y críticos, habían sido relegados por la emergencia de una literatura “fácil”, de consumo masivo, producto de la mercadotecnia. Los intelectuales habían sido cooptados por Echeverría aún más que en la época del porfiriato, pues el presidente había hecho todo para tenerlos cerca.
Y cita a HAC: “El caso de Carlos Fuentes como embajador en Francia resume bien, me parece, la eficacia con que esta actitud política y este ‘estilo personal’ de relación con los intelectuales, congregó de nuevo, sedujo, convenció o compró a la ‘conciencia crítica’ del país, le quitó sus armas, la dejó en el aire y desbarató el viejo molde de operación cerrada (firme hacia el interior del círculo poseedor de los secretos) de los productores de la cultura profesional de México”.
Ese año de 1975 cuando Enrique Krauze, gracias a Alejandro Rossi, llegó a las páginas de Plural. “Lo conocí (…) frente a los elevadores de un hotel al final de una reunión convocada por Julio Scherer y sus colaboradores después de la expulsión de Excélsior, la sucia maniobra organizada desde el gobierno”.
Es 1975, el año en el que Zaid publica en Plural la demanda de contar con un fondo para las artes que, para muchos, con los años se convertirá en el antecedente del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el cual hizo suyo Octavio Paz con Carlos Salinas de Gortari. Un hecho crucial que no aparece en las páginas de Estrella de dos puntas.