Veníamos de una intensa actividad en las campañas presidenciales, motivada por la edición del libro colectivo ¡Es la reforma cultura, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte Publicaciones), aderezada por diversidad de diálogos con los responsables de cultura de los candidatos, así como por un tsunami de análisis, retrospectivas, esperanzas.
Unos días antes de la toma de posesión de AMLO y de Alejandra Frausto difundimos un documento en PDF Carrusel al filo de la 4T, un compendio de escenarios y cifras, de rastreo de episodios del pasado y de recuento de sucesos poselectorales, de lo ofrecido en campaña y en el periodo de transición, por quien asumiría la Presidencia de México y la Secretaría de Cultura, recién nacida en diciembre de 2015.
Me viene de regreso el historial que se origina en diciembre de 2017, cuando López Obrador presenta a su gabinete en caso de ganar las elecciones, donde sorpresivamente aparece Frausto, y llega hasta estos días decembrinos de 2020, cuando diversos colectivos, entre ellos el GRECU, han pedido que se le retire del cargo a la secretaria ante su imposibilidad de resolver numerosas demandas y problemas que atañen a sus responsabilidades, amén del deterioro ocasionado por la falta de proyecto, la austeridad republicana, la ineficiencia administrativa y la crisis económica por culpa del coronavirus, entre otras muchas causas.
El rostro emocionado de Frausto en aquella ceremonia de 2017, nada tiene que ver con el visto en la pantalla de la computadora el pasado lunes 7 de diciembre, cuando invita a reconectar la desactivación. Salvo las excepciones que se deben reconocer, de quienes celebran la gestión de la tardía Licenciada en Derecho –no los alcanzo a leer en suficiencia, por cierto- la comunidad del sector cultural reprueba su desempeño. Vuelvo al texto de Laberinto, ya que en él se dan trazos (incompletos, cierto) del trayecto de vida profesional de Alejandra Frausto.
En virtud del desafío puesto en la solicitud de remoción levantada ante el primer mandatario de la nación (así como lo aprendimos a decir en la época del dominio total del PRI), tiene sentido renombrar esos referentes biográficos. También al retornar al texto, he hecho ajustes. Espero resulte de utilidad para enfrentar lo que viene en lo que resta de este terrible año y al menos en el 2021.
1 Que la memoria es hierba.
El toque presidencialista ha caracterizado, en diferentes momentos, alguno de los escenarios de la política cultural. Así los ejemplos: Álvaro Obregón dispuso de José Vasconcelos para fundar la SEP, e integrar al proyecto educativo, el cultural.
A Lázaro Cárdenas le tocó cimentar el INAH, a Miguel Alemán el INBAL, a Adolfo López Mateos instalar la Subsecretaría de Cultura, a Miguel de la Madrid impulsar los programas de bibliotecas públicas y cultural de la fronteras así como tres institutos de los cuales quedan IMCINE e IMER.
Como sabemos, un punto de inflexión de la política cultural, de la intervención del Estado en el sector cultural, se dio con Carlos Salinas. En Palacio Nacional, donde el mandatario Andrés Manuel López Obrador ofrece las conferencias de prensa mañaneras, en el otoño casi invernal de 1988, anunció la creación del Conaculta.
El anecdotario de esos años inscribe que Salinas tuvo la opción de favorecer la Secretaría de Cultura. Que le fue consultada y puesta en bandeja, en diferentes momentos de cabildeo, a Octavio Paz y Carlos Fuentes. En el barullo ninguno de los dos quiso.
Entonces, conforme con el Consejo, Salinas lo dejó en manos de Víctor Flores Olea, recientemente fallecido, y extendió el invierno decembrino de 1988 al 2 de marzo de 1989. Un vislumbre de octubre de 1975 que la revista Plural dio página impresa, se vio realizado.
El poeta Paz celebró el anhelo cumplido: “La creación del FONCA es un anuncio de los tiempos. Por primera vez en la historia de nuestro país se asocian voluntariamente el Estado y los empresarios para fomentar la creación y la difusión de las obras artísticas y literarias. Por primera vez también –cambio inmenso, radical- los escritores y los artistas tendrán la posibilidad de dirigir y orientar a la cultura viva de México, en el dominio del arte, la literatura y la historia, tanto en la provincia como en la capital”.
El primer instrumentador del fideicomiso –un año de gestión- fue el actual Senador morenista Héctor Vasconcelos.
En la ruta que conduce a AMLO, a su política cultural y a Alejandra Frausto, se registran numerosos sucesos.
Uno de ellos tiene que ver con el conflicto que se desató entre los grupos representados en las revistas Vuelta y Nexos, entre Paz y el presidente Flores Olea. La trifulca del Coloquio de Invierno dispuso al frente del Conaculta a Rafael Tovar. El egresado de la UAM estaba en la dirección INBAL. En abril del año 92, arrancó una larga gestión a la vez que notable influencia en la política cultural entre los siglos XX y XXI.
Por sus antecedentes en la cancillería, por estar en el origen del Consejo, al igual que debido a un meteórico cierre de la administración salinista (todavía en obras el Centro Nacional de las Artes), Ernesto Zedillo decidió ratificar en su cargo al entonces esposo de Carmen Beatriz López Portillo y Romano. Dueña de una voz propia, “Gigí” guía la Universidad del Claustro de Sor Juana. En sus patios, Alejandra Frausto toma forma en la jefatura de Difusión Cultural, la cual ocupa de 1998 a 2001, tras laborar dos años en la Procuraduría General de la República, en tareas con grupos vulnerables.
La relación de Frausto, quien nació el 25 de marzo de 1972, con el matrimonio Tovar-López Portillo es tan estrecha que, luego de dos años en la Asociación Civil Laboratorio Plashmat, habrá de reincorporarse al Claustro de 2004 a 2006. Es en ese tramo cuando se encuentra con el entonces jefe de Gobierno, López Obrador, según cuentó la propia rectora del Claustro, en una entrevista a Luis Carlos Sánchez en Excélsior, el 26 de agosto de 2018.
2 Una alternancia sin cambios.
En meses de campaña ya perfilándose y tras la elección de julio del año 2000, al Conaculta fue a dar Sari Bermúdez. En el diciembre de inicio del rito sexenal llegamos hasta el patio del Templo de Santo Domingo, en la ciudad de Oaxaca.
Al segundo día de actividades del mandatario de la alternancia, Vicente Fox compartió una comida con un numeroso grupo de la comunidad cultural. No ofreció nada especial.
A Sari Bermúdez no le fue un paraíso pero transitó (con notable coincidencia en el andamiaje tovarista) sus seis años de presidenta. Del legado, es la Biblioteca José Vasconcelos la que marcó el empeño del propio Fox, quien la llamó “la Catedral de la lectura”.
Para Bermúdez son también años de cruces oficiales y simpatías con el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, López Obrador quien, si bien crea la Secretaría de Cultura local, no lo hace de la mejor manera.
Como nos alecciona la experta en este episodio pejista, Patricia Chavero, el tabasqueño nunca destinó tiempo, ni recursos para involucrarse en los asuntos culturales.
A contrapelo, amplias corrientes de la comunidad cultural habrían de arropar a AMLO convertido en fuerte aspirante presidencial tras fallar el desafuero.
Mientras tanto, la agenda del sector apenas figura en la campaña del aspirante panista Felipe Calderón.
En el complejo escenario poselectoral que se genera, Alejandra Frausto convertida en activista de en contra del fraude señalado, ve por la organización de actividades culturales en las vías públicas que son tomadas.
En medio del incendio decembrino de 2006, Felipe Calderón se despreocupa de significar el inicio de su administración con una fórmula cultural. El 3 de diciembre de 2006, el Jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, le notifica a Sergio Vela de su designación como titular del Conaculta.
El hombre de aliento tovarista venía de servir en la Ópera de Bellas Artes, en el Festival Cervantino y en la dirección de Música de la UNAM. En tanto que en la vía amloista, Alejandra Frausto sigue su ruta en la capital, en el equipo de Marcelo Ebrard y de Elena Cepeda, la inesperada secretaria de Cultura.
En un ambiente crispado por diversos conflictos, Vela deja estrepitosamente el Conaculta. Corre marzo de 2009, año de la gran depresión económica por el virus AH1-N1. Consuelo Sáizar pasa del FCE al Consejo. Gestión disruptiva, enfrenta el diciembre sexenal peñanietista de 2012: rubrica el tercer aterrizaje de Rafael Tovar a la casona de Arenal 40.
El ex gobernador mexiquense venía marcado por la FIL Guadalajara de 2011, donde fue ridiculizado por falta de libros que nombrar.
Como acto de magia, Peña Nieto instala la Secretaría de Cultura en diciembre de 2015. Su primer titular, absurdos del destino, fallece el 10 de diciembre de 2016.
A su manera, AMLO pavimentaba sus nociones sobre política cultural.
En la campaña de 2012 dice que de ganar, creará la Secretaría de Cultura, con Elena Poniatowska como titular.
En aquellos años, Alejandra Frausto, tras ser empresaria cultural con su propia firma, AF Proyectos, se instala en 2011 el estado de Guerrero. Ahí, con su gobernador Ángel Aguirre, tomó el Instituto de Cultura que después dejó convertido en secretaría.
Iguala en llamas, la amiga de la familia Tovar-López Portillo es designada directora general de Culturas Populares al rayar 2013, oficina de donde salió en 2017 para un acomodo estratégico en el Seminario de Cultura Mexicana.
Son esos años de inicio de la segunda década del siglo XXI, la de un pendiente que pesa: el no haberse titulado como Licenciada en Derecho por la UNAM. Es una carga ya que es un requisito para ser Director General, por el Servicio Profesional de Carrera. La gestora cultural, Citlali Santos, investiga lo que ocurre para el entonces portal del GRECU. Aquí pueden leer lo que encontró. Como sea, pudo permanecer en el cargo.
A su vez, se mueven esos años de registros sociales que quedaron en páginas de la revista Quién, como señala el reportero Luis Carlos Sánchez en el mismo perfil publicado en Excélsior. Ahí se refiere a su boda en Los Cabos, con el cineasta australiano Michael Rowe. La misma revista Quién da constancia, en septiembre de 2015, de su presencia en una fiesta por la celebración de la Independencia de México, en Nueva York, en septiembre de 2015, realizada en el Empire State, a la que acudieron gente como Sandra Fuentes Berain, Josefina Vázquez Mota, Jorge G. Castañeda y Juan Ramón de la Fuente. Otras imágenes más circulan, como en el sitio protocolo.com.mx de agosto de 2016.
Cuando el 20 de noviembre del preelectoral 2017 López Obrador lanza el Proyecto de Nación en el Auditorio Nacional, la escritora Laura Esquivel asumió los reflectores y las especulaciones: “La cultura es el eje transversal de toda transformación revolucionaria”, soltó entonadísima… para después borrarse del panorama. Poco después, el 14 de diciembre, la aspirante a abogada aparece en el ceremonial como futura Secretaria de Cultura del gabinete amloista.
3 Camino despejado al desastre.
La carretera alegórica del 2018 facilita a Frausto meses de encuentros con los habitantes del sector cultural, lapso para perfilar en acto de fe, por escrito y en diversidad de foros que nadie dude que vienen seis años de El poder de la cultura.
Esa misma pista del enloquecedor 2018 lleva, al fin y diplomado de por medio, a que la cuarta mujer en ocupar el despacho de Chimalistac alcance su titulación como licenciada, ocho días antes de la asunción.
Pero la joya de la corona cultural de la 4T resulta la promesa de conversión de la residencia oficial de Los Pinos en un complejo cultural. El desmembramiento marca el inicio de gestión. López Obrador, pone el sello presidencial. Miles de visitantes se agolpan dispuestos a vivir sus fantasías como si se tratara del castillo de una monarquía.
Por ello en el diciembre frenético y altisonante del lopezobradorismo se suceden en esa porción de Chapultepec diversidad de actividades, entre ellas la proyección de Roma, de Alfonso Cuarón.
La luna de miel no tarda en comenzar su deterioro. La integración del Ramo 48 del Presupuesto de Egresos para 2019 es unánimemente rechazado por la comunidad cultural, debido a la precariedad que impone.
A la primera asignación pactada, de 12 mil 394 millones de pesos (mdp), el actor Joaquín Cosío, tuiteó: “Por más afinidad que uno pueda tener con @lopezobrador es innegable que su apreciación de la cultura y el arte es exactamente igual que sus antecesores”.
Hay protestas a las afueras de San Lázaro. En la puja se adicionan 500 millones más. En la refriega, el diputado Hirepan Maya arengó que, si por defender los dineros “pues si me corren de Morena ¡pues chingue a su madre!”.
En postura punzante, la actriz que llega a Senadora, Jesusa Rodríguez, alecciona de manera burlona a tirios y troyanos del gasto con un “síganse preocupando por el presupuesto”.
En lo que refiere al frente del Congreso que se estrena con AMLO en 2018, Morena acapara las comisiones de cultura en la Cámara de Diputados, con Sergio Mayer, tras un montón de protestas por asignarla inicialmente al comparsa electoral PES; en el Senado con Susana Harp y con Gabriela Osorio, en el primer Congreso de la Ciudad de México.
Después de dos años de gestión como secretaria (algunos bromean que son tres, pues asumió desde diciembre de 2017), Alejandra Frausto demuestra que ser parte de una llamada cuarta transformación sin duda es parte de la historia.
Ni en el periodo posrevolucionario, ni en las décadas de dominio absoluto del PRI, ni en los periodos de la alternancia, como tampoco en la llamada etapa neoliberal (con todo y las crisis de 1982 y 1995), titular alguno del despacho cultural del Estado mexicano había logrado en tan poco tiempo ser actor principal de un proceso eficaz de desmantelamiento de un patrimonio humano y de instituciones que, bien o mal, han dado sentido a la nación.
Todo suma. Por ello Alejandra Frausto es rechazada al grado de pedirle su renuncia.