A propósito del affair Fonca, pido amablemente que la Secretaría de Cultura inicie un proceso paralelo, a fin de hacer accesibles los archivos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. En un régimen donde la ley en muchos casos es lo de menos, en tiempos de la Cuarta Transformación (4aT) que pregona transparencia y ajuste de cuentas con el periodo neoliberal, nada como poner un notable ejemplo en tanto ha sido una dependencia persistente en las omisiones sobre el pasado régimen. Soy egoísta, pues en especial me interesa, como arqueólogo del sector cultural, lo relativo a dos funciones que iniciaron con el acelerador a fondo en 1989. He insistido en ellas desde hace años en diversos artículos, en mi libro Sector cultural. Claves de acceso (2016), luego en el contexto del otro affair, el que renunció a Mario Bellatin en la primavera de su gestión. Y hasta la saciedad desde que en junio de 2019 se filtró lo que fue concretado, su incorporación como dependencia, con enjundia en estas semanas de drama fonquero por su desaparición.
Retazos con hueso
Por lo pronto regresemos por la libre, a algunas páginas del historial (des)conocido. He tenido a bien elegir algunas citas para ilustrar mi egoísmo interesado. Van.
Páginas 103-105 del libro Modernización y política cultural, de Rafael Tovar y de Teresa, colección Una Visión de la Modernización de México (Fondo de Cultura Económica, 1994). “3.1.1.3. El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y la preservación del patrimonio cultural. (…) El FONCA ha actuado como gestor ante la iniciativa privada para la obtención de recursos y como mecanismo financiero encargado de hacer deducibles de impuesto sobre la renta las aportaciones que las propias instituciones culturales gestionan ante el sector empresarial. De esta manera, a través del FONCA se realizan las inversiones destinadas tanto al rescate de zonas arqueológicas como a la restauración de los bienes culturales que forman parte del patrimonio nacional. También se ha trabajado conjuntamente con el sector privado en proyectos y acciones de preservación del patrimonio cultural”.
Luego se lee: “(…) Por otro lado, el FONCA tiene entre sus prioridades acrecentar el acervo cultural, mediante la adquisión (por compra o donación) de bienes culturales de todo orden: acervos documentales y bibliográficos, obra plástica y arte ornamental, entre otros. A partir de las recomendaciones y propuestas formuladas por su Comisión de Adquisición de Bienes Culturales, el FONCA ha adquirido piezas y colecciones que se han integrado al patrimonio de los museos de Arte Moderno, Nacional de Arte, Nacional del Virreinato y de la Biblioteca México. Se ha sentado así un importante precedente en la colaboración conjunta entre los diferentes sectores sociales del país en acciones de apoyo al desarrollo cultural. No sólo se ha ampliado la participación de la iniciativa privada en diversos proyectos de rescate, preservación y difusión del patrimonio arqueológico e histórico, sino que, además, se ha incorporado activamente en la toma de decisiones en los proyectos en que se convoca su participación”.
Costilla con grasita
En la Memoria del sexenio 1995-2000, página 48, se lee: “(…) Al paso del tiempo, su sistema de financiamiento logró no solo cumplir con la indeclinable labor del Estado de favorecer el desarrollo artístico; involucró además al sector privado y a los propios creadores que, organizados en comisiones, hicieron transparente la acción institucional y la asignación de los recursos financieros en un esquema único de corresponsabilidad”.
Tiempo después, en la fastuosa edición Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. 18 años de inversión en el patrimonio vivo de México (2006), de Mario Espinosa, se puede citar lo siguiente (páginas 18-19): “(…) Por un lado, facilita el que asociaciones públicas o privadas sin fines de lucro pero sí con vocación cultural, reciban donativos y otros apoyos económicos o en especie por parte de instituciones públicas o privadas nacionales o internacionales. También puede entenderse a la inversa. El Fondo hace posible que instituciones públicas o privadas nacionales o de otros países, que estén interesadas en aportar recursos económicos en especie o en efectivo para algún proyecto cultural específico, puedan hacerlo a través de la intermediación del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes”.
¡Órale! ¿Dónde quedó la bolita?
(Esta historia continuará).