Pandemia a la vista de diplomáticos
y gestores culturales (1)

Aviso de un nuevo libro
En estos aciagos días, se prepara la edición de una nueva obra colectiva que tengo a bien coordinar, bajo el sello de la que es mi casa editorial desde hace más de una década, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL): se trata de la obra colectiva Diplomacia cultural, la vida. Participan con sendos testimonios Camila Aviña Zavala, Luz Elena Baños Rivas, Alejandra de la Paz Nájera, Mercedes de Vega Armizo, Alejandro Estivill Castro, Gerardo Estrada Rodríguez, Alberto Fierro Garza, Agustín Gutiérrez Canet, Jorge Alberto Lozoya Legorreta, Jaime Moreno Villarreal, Beatriz Nava Domínguez, Jaime Nualart Sánchez, Andrés Ordóñez Gómez, Carlos Ortega y Guerrero, Luis Ortiz Monasterio Castellanos, Soileh Padilla Mayer, Susana Pliego Quijano, Dolores Reppeto Álvarez, Carlos Tejada Wriedt, Sara Valdés Bolaño, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Andrés Webster Henestrosa y Nuria Zíñiga Alaniz. En dos entregas de El rosario del coronavirus, daremos a conocer lo que estiman les ha dejado como lección la pandemia del Covid-19. Como anuncio de la publicación que viene, con el privilegio de ser editor y compañero de páginas de tan importantes diplomáticos y gestores culturales, reciban estas vistas. Como tantas palabras de gratitud para Celso José Garza Acuña, secretario de Extensión y Cultura y para Antonio Ramos Revillas, director de Editorial Universitaria.

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También resulta un enorme gusto contar para estas dos entregas del rosario, con el arte fotográfico de Juan Raúl Barreiro Isabel. Atento a su trabajo de registro de la emergencia sanitaria en la Ciudad de México y su Zona Metropolitana, Paso libre le solicitó su colaboración para integrar una muestra de 12 imágenes, que distribuiremos en los dos tantos respectivos y cuyos títulos son del propio Barreiro. Amigos desde nuestro tiempo de estudiantes de la licenciatura en Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, cómplices en ese campus como editores de la revista Hojas sueltas. Monitor literario (1981-1984) y compañeros de viaje de innumerables episodios de vida, el periodismo y la fotografía han sido un nutriente de nuestros trayectos. Juan Raúl ha sido un persistente notario de la realidad, cuya agudeza creativa desnuda los pliegos de lo que hace objeto de sus disparos. En estos meses pandémicos, Barreiro ha desplegado una obsesiva narrativa de los confines del coronavirus en su espacio social. Le gradecemos mucho sumarse a este empeño.

 

Apoyo a los héroes de la salud.

 

El compendio de vistas (1)

Las principales lecciones de esta emergencia sanitaria han sido reflexionar sobre el sentido de la vida, sus prioridades, la condición humana, la centralidad de los afectos en el equilibrio emocional de las personas, la situación de los grupos vulnerables, la dignidad de los seres humanos, los daños y abusos contra el medio ambiente y la dura situación de las mujeres en casi cualquier circunstancia.

Esta reflexión me ha producido una profunda náusea existencial y ha fortalecido mis convicciones, me ha robado energía, me ha permitido una introspección insospechada, me ha provocado demasiados cuestionamientos, algunos todavía sin respuesta. En fin, este tiempo dramático y purificador, ha sido una larga noche compartida con millones de personas, en un solitario y anónimo acompañamiento silencioso. Ha sido un proceso doloroso, necesario y muy edificante.

Luz Elena Baños, Embajadora.

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Nuestros amigos chinos expresan la crisis con dos caracteres. Uno significa peligro, otro oportunidad. Yo tomo partido por el segundo. En nuestro caso no hemos aun aprendido a realizar la reflexión, siempre porque no tenemos tiempo. Llegó la hora de pensar en futuro, hacer el futuro. Lo único en que estaremos todos de acuerdo es que las cosas no podían seguir iguales. En esta hora de ajuste de cuentas tenemos que aprender lo nuevo, tenemos que crear lo inimaginable.

Tal vez. Es esta la última oportunidad del género humano para desechar lo que parecemos, una anomalía de la Creación. Tercera llamada, tercera.

Luis Ortiz Monasterio, Embajador en retiro.

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Nada qué barrer.

 

No sé si pueda considerarse una lección, sino más bien una introspección. La pandemia me hizo cuestionarme sobre lo que tendremos que hacer los diplomáticos para seguir siendo relevantes y cómo tendremos que evolucionar a una forma de trabajo 2.0. El diplomático de uno u otro modo siempre será necesario, como lo ha sido desde el Renacimiento, pero ya no en nuestra forma actual; deberemos pasar de un estado sólido a uno gaseoso o líquido, metafóricamente hablando.

Ligado a este cuestionamiento, me di cuenta de que la promoción cultural -con exposiciones, conciertos, festivales y ferias que llenaban espacios de cientos o miles de personas- tal vez sea una cosa del pasado. Una forma de vida que puede haber dejado de existir. ¿Cómo podremos continuar fomentando al arte y la cultura entonces? ¿Desde espacios virtuales? ¿Es una ventaja o una desventaja? Por lo pronto, lo veo como una oportunidad: debemos buscar hacer el arte y a los artistas omnipresentes. El cómo es lo que por lo pronto nos hace a todos pensar y pensar.

Lo que sí es seguro, es que, en un mundo revuelto, las letras, la pintura, la música son los únicos remansos de paz que podemos encontrar; al tiempo que son las mejores muestras del espíritu humano.

Nuria Zúñiga Alaniz, diplomática cultural.

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¿Así o más grande?

 

Como internacionalista e historiador, percibo las epidemias a manera de un mal natural que periódicamente derrumba las seguridades de imperios y vasallos. A principios del siglo XXI, los indigentes súbditos del consumismo equivocadamente asumimos una garantizada inmunidad ante los avatares de la vida individual y colectiva. Tras el adebacle, un estúpido bombardeo de datos estadísticos -maldición de la tecnología informativa- impide a muchos aproximarse temerosa y respetuosamente a la verdad de la frágil existencia humana.

Quienes han padecido los horrores de conflictos bélicos, probablemente asumirán ante este suceso biológico una actitud reflexiva que contribuya al avance de la sabiduría universal. Una vez más, la cooperación internacional no ha sido convocada por el caduco sistema multilateral, al que irónicamente se denominó Naciones Unidas y que después de la Segunda Guerra Mundial tuvo su sede funcional en la grandiosa ciudad de Nueva York, hoy de incierto porvenir. Es probable que a causa de esta incertidumbre médica se den los primeros pasos para una recreación de la comunidad mundial, desde luego bajo liderazgo asiático.

Dada mi avanzada edad no seré testigo de ese suceso histórico, aunque lo preveo desde el sereno refugio barroco de San Andrés Cholula.

Jorge Alberto Lozoya, Embajador en retiro.

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Bici bien guardada.

 

Es difícil emprender en la neblina, dar un paso desconociendo las marcas del camino y el sitio al que se pretende llegar. Más lo es cuando, desde este “estado de sitio” que se alarga ingrato, sabemos que la historia de nuestro motivo para emprender, tarde o temprano, se reescribirá. Eso nos ha obligado, desde la cuarentena, a una gran batalla: a ver quién libra este picoteo incesante que se justifica por ansiar igualmente la certidumbre y la distracción. La mejor definición de posmodernidad que conocí era aquella de tener a mano amplísima información y no poder hacer nada con ella.

Esta cuarentena nos enseña una segunda posmodernidad: si la enfermedad ha detenido todo menos las veloces conexiones de la tecnología, ahora tenemos el beneficio de una amplísima gama de recuerdos, transmisiones, videoconferencias, conciertos, series, frases, memes y sentencias, subsumidos en la estrechez de una pantalla, a la par del miedo y la incapacidad para podernos concentrar: todo y nada circula por la omnipresente web. La solución, hay que aceptarlo, nadie la tiene, pero un poco a la Walt Whitman: nunca hubo mayor comienzo que ahora, y, a pesar de todo, emprender por uno mismo es lo único que confirma que el mundo sigue ahí.

Alejandro Estivill, Embajador.

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Uno, que la salud es prioritaria. Dos, que hay mucha gente que no precisa de tantas personas para ser feliz y que hay pocas personas que precisan de muchísima gente para intentar serlo. Tres, que la cultura es un bien de primera necesidad, que no podemos prescindir de las creaciones de otros seres humanos expresadas en música, poesía, relatos, películas, pinturas, obras de teatro, etcétera. Ello da sentido a nuestra existencia y está ligado al propósito de la vida misma.

Soileh Padilla Mayer, diplomática cultural.

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Esquina de las verduras.

 

Estamos acabando con el planeta. Nuestros hábitos laborales son ineficientes y nuestros hábitos de consumo son absurdos. Nuestro nivel educativo es tan escaso como la calidad de nuestra clase dirigente. Nuestros médicos y enfermeros, hombres y mujeres, son extraordinarios, igual que nuestras fuerzas armadas. La UNAM es un bastión al que debemos defender a toda costa. No debemos confundir firmeza con necedad, ni lealtad con negligencia.

Andrés Ordóñez, diplomático, representante de la UNAM en España.

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Nadie estaba preparado para esta crisis, como seis meses después tampoco estamos listos para afrontar sus efectos. A medida que pasaron los meses, los que tenemos el privilegio de seguir con nuestra vida y obras desde casa, nos adaptamos a la reducción de la movilidad. Pasamos del terror inicial a la resignación y algunos a reflexionar sobre el futuro: “saldremos más fuertes”, “es momento de la solidaridad”, “la naturaleza se recupera”, “empieza la nueva normalidad”, “seremos mejores”.

Doquiera que se levantan las restricciones, la primera reacción es correr en estampida a comprar bienes no esenciales, cual papel de baño antes del encierro. Los recién liberados corren desesperados a los parques, playas y espacios públicos como antaño, mientras millones marchan por derrumbar el racismo sistémico, a costa de su propia salud.

Antes de cantar victoria y pasar unos días de “nueva normalidad” la segunda ola llegó a revolcarnos. Definitivamente no estamos listos para ejercer la responsabilidad que implica recobrar la movilidad.

Camila Aviña Zavala, diplomática cultural.

 

Aguas frescas para la calor, marchante.

 


 

Sobre el fotógrafo Juan Raúl Barreiro Isabel

 

Fotógrafo y periodista cultural egresado de la carrera de Comunicación en la UAM Xochimilco. También estudió cine en el CUEC y fotografía en el Centro de la Imagen, la Academia de San Carlos y en el Gimnasio de Arte y Cultura. Escribió varios años una columna sobre fotografía en el suplemento sábado del unomásuno y también publicó artículos en el El Búho de Excélsior, la sección cultural de Reforma y la revista Alquimia del INAH. Sus fotografías han sido publicadas en El Nacional, unomásuno, Excélsior, La Jornada, Tabasco Hoy, Cuartoscuro y en el libro Álbum de familia, de la División de Posgrado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (2010). Ha sido profesor en universidades públicas y privadas, de 1987 a la fecha.

 

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