Hágale caso a Michel de Montaigne

Una monumental y aleccionadora obra. (Imagen proporcionada por el autor).

 

Desesperada por encontrar algo que leer de viaje en un tren, cuenta la escritora inglesa Sarah Bakewell, “di con una traducción barata de los Ensayos en una tienda de segunda mano”.

Tiempo después, vino una descomunal obra. Remata la anécdota dando las gracias “a la Fortuna y a la montaigneana verdad de que las mejores cosas de la vida ocurren cuando no consigues lo que crees que quieres”.

En mi caso, si bien no desesperado, como tampoco de viaje, hace semanas me paseaba entre las mesas repletas de libros. Suelo elegir mirando portadas, advirtiendo un hallazgo.

En El Péndulo del Centro Cultural Helénico tomé Cómo vivir. Una vida con Montaigne en una pregunta y veinte intentos de respuesta, de Sarah Bakewell (Ariel, 2022). Se trata de una monumental biografía que apareció en Reino Unido en 2010, en España, en 2011 y que, en este 2022, se lanzó la edición impresa en México.

Periplos extraños tienen ciertas obras.

De entrada señalo que me ha hecho muy bien su lectura. Bakewell ha logrado un libro que pega en el ánimo, resulta orientador para darle lugar a la complejidad que atravesamos como individuos y sociedades.

Luego en lo general: el humanista francés, creador del ensayo, como se titula su enciclopédica obra, logró una combinación, en suerte de caleidoscopio, del pensamiento filosófico de su época con elementos de la vida cotidiana.

Es, entonces, el ensayo de la vida, con sus basamentos teóricos y su dosis empírica, la cual atreve las interpretaciones y escenarios de juicio para bien vivir.

Recobremos: Michel Eyquem de Montaigne perteneció a la nobleza, se desempeñó como funcionario de gobierno y llevó a cabo labores de vitivinicultor. Habitó toda su vida en la zona de Périgord, al sudoeste de Francia, de 1533 a 1592.

Bakewell sintetiza en “dos lemas”, el legado de tan influyente personaje: “Todo por una vida tranquila” y “Si no está roto, no lo arregles”.

Dice la profesora de la City University de Londres, que al concebir el ensayo, Montaigne lo hizo para sembrar que dicho un género, más que cualquier novela o biografía, nos ayuda a aprender cómo vivir.

 

Facilitar el acceso a los lectores

Aunque impregnado en su estructura de los aromas de un libro de superación personal, es ante todo, un portentoso ensayo. Quizá más de un lector pueda darse por timado al notar que las profundidades que alcanza el tratamiento le alejan del pragmatismo que se ha dibujado para las ventas.

Tenemos que poner aquí el listado de las 20 respuestas a la pregunta de ¿Cómo vivir?

1 No te preocupes por la muerte.

2 Presta atención.

3 Nace.

4 Lee mucho, olvida gran parte de lo que has leído y sé lento de entendederas.

5 Sobrevive al amor y la pérdida.

6 Usa pequeños trucos.

7 Cuestiónalo todo.

8 Ten una habitación privada en la trastienda.

9 Sé sociable, convive con los demás.

10 Despierta del sueño de la costumbre.

11 Vive con moderación.

12 Conserva tu humanidad.

13 Haz algo que nadie haya hecho antes.

14 Ve mundo.

15 Haz bien tu trabajo, pero no demasiado bien.

16 Filosofa sólo por accidente.

17 Reflexiona sobre todo, no lamentes nada.

18 Abandona el control.

19 Sé ordinario e imperfecto.

20 Deja que la vida sea su propia respuesta.

El manejo no deja de ser, en algunas respuestas, forzado. La autora se debate no siempre de manera airosa, entre dedicarse a los trayectos de Montaigne, en todo momento rigurosos, y encontrarles el asidero pragmático que se plantea.

En no pocos de los capítulos construidos a base de las preguntas, se olvida dar respuesta convincente. Incluso suele recurrir Bakewell a menciones protocolarias, para evitar cierta frustración.

 

Siglos después, la obra Ensayos, de Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) sigue vigente. La inglesa Sahah Bakewell lo pone al día. (Imágenes tomadas del libro).

 

Me resulta imposible ponerles aquí un apunte sobre cada pregunta, por la extensión que implica. Además Bakewell combina las citas del filósofo Montaigne con las elaboraciones propias.

He elegido las siguientes citas, en las palabras de Montaigne.

“Desgraciado para mí es el hombre que no tiene un lugar en su propio hogar donde estar completamente a solas consigo mismo, para rendirse pleitesía en privado a sí mismo y donde esconderse”.

“Cortemos todos los lazos que nos unen a los demás; ganemos para nosotros mismos la capacidad de vivir realmente solos, y de vivir de ese modo a nuestro gusto”.

“Cuánto más breve es mi posesión de la vida, más profunda y plena debo hacerla”.

“Ningún placer tiene sabor para mí sin comunicación. Ni siquiera un pensamiento alegre me viene a la mente sin sentirme enfadado por haberlo producido solo, sin nadie a quien ofrecérselo”.

“Se apodera de mí una idea dolorosa; encuentro más rápido cambiarla que someterla. La sustituyo por una contraria, o si no puedo, por una distinta. La variación siempre alivia, disuelve y disipa. Si no puedo combatirla, huyo de ella, y al huir me desvío, taimado”.

“Sin embargo, no tiene sentido que nos subamos en unos zancos, porque aunque llevemos zancos tenemos tenemos que andar con nuestras propias piernas. Y hasta en el trono más elevado del mundo nos tenemos que sentar con nuestro propio culo”.

Y sobre las mujeres que dicen amar a los hombres sólo por su mente: “Nunca he visto aún que por nuestra belleza de mente, por muy sabia y madura que pueda ser esa mente, estén dispuestas a echar una mano a un cuerpo que se haya adentrado lo más mínimo en la decadencia”.

Y en las palabras de Bakewell estas dos:

“A partir de entonces se negó a preocuparse por nada. La muerte son sólo unos pocos momentos malos al final de la vida; no vale la pena sentir ansiedad alguna por ella”.

“Aprender a morir era aprender a dejarse ir; aprender a vivir era aprender a agarrarse”.

Recursos que valen la pena

Si el lector no se desespera, puede sacarle “mucha raja” a Cómo vivir. Una vida con Montaigne en una pregunta y veinte intentos de respuesta, de Sarah Bakewell.

Algo de lo que más me atrajo fue lo relativo a la ataraxia, que es “la imperturbabilidad o liberación de la ansiedad”. Significa equilibrio: “el arte de mantener la estabilidad, de tal modo que no estés exultante cuando las cosas te van bien ni te hundas en la desesperación cuando se tuercen”, alecciona Bakewell.

Aprender a vivir “adecuadamente” es para Montaigne “la obra maestra mayor y más gloriosa de la vida humana”.

Esta forma de ser o asumir el vivir, se conecta con el filósofo griego Pirrón, con el pirronismo montaigniano respecto a la “maniobra” necesaria para resolver los problemas de la vida.

Es por ello factible adoptar el “Suspender juicio” o “contenerse”, concepto que viene del griego “epoché”.

Entrar en “suspensión de juicio” es centrarse, pulsar equilibradamente. Dice Bakewell que tal postura filosófica “te hace reír y sentirte mejor porque te libera de la necesidad de encontrar una respuesta definitiva para cualquier cosa”; se trata de conseguir “un estado de relajación ante todas las cosas”.

La representación de la balanza es otro símbolo pirrónico, destinado a recordarse a sí mismo que se debía mantener el equilibrio y sopesar las cosas en lugar de aceptarlas sin más.

“Sólo quiero hacerme cada vez más indiferente y relajado”, decía Montaigne.

Sin duda, esto es una gran lección obtenida del libro.

Además me recordó el hallazgo que me significó saber, por el embajador Jorge Alberto Lozoya, la posibilidad actual de “Estar nepantla”, o de que “estamos nepantla”.

Escribió Lozoya en un artículo para el libro colectivo Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020) que lo aprendió del filósofo mexicano Emilio Uranga. El concepto viene del siglo XVI, cuando el misionero y cronista español Diego Durán visitó México y “se quedó atónito ante la mezcolanza de actitudes indígenas e ibéricas, que un aristócrata azteca le calificó en lengua náhuatl como ‘nepantla’ ”.

Durán explicaba el vocablo como “estar ni aquí ni allá, sin acudir a una ley (la española) ni a la otra (la mexica)”. Uranga, en una obra de 1952, dice que es una condición nacional que tipificó como zozobra ontológica.

En suma, entre “suspender juicio” y “estar nepantla”, no hay largo trecho y su combinación nos puede ayudar a comprender la realidad nuestra.

Al final del largo camino de Sarah Bakewell (404 páginas), remata: “El siglo XXI tiene mucho que ganar del sentido de la vida de Montaigne, y en sus momentos más turbulentos, necesita con desesperación una política montaingneana. Nos resultaría muy útil su sentido de moderación, su amor a la sociabilidad y la cortesía, su suspensión del juicio y la sutil comprensión de los mecanismos psicológicos implicados en el enfrentamiento y el conflicto”.

No se lo pierdan.

 

La crítica, según editorial Ariel. (Imagen de la contraportada del libro).
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