Regresemos a dos documentos de campaña de las principales contendientes a la presidencia de México. El de Xóchitl Gálvez se titula “Las mejores propuestas para vivir sin miedo”, fechado el 29 de febrero y del mismo emana el “Decálogo de propuestas de cultura”. El otro es “100 pasos para la transformación. Claudia Sheinbaum 2024-2030”.
Opto por la apretada síntesis sin meter mi cuchara.
El primero enumera en 21 páginas 226 iniciativas, divididas por áreas de atención. Las diez para cultura van del número 161 al 170. No hubo el propósito de una visión sectorial, sino la condensación de lo más urgente como ofertable al electorado.
En el orden de aparición fijado se hace la promesa de tener “el mayor compromiso presupuestal con la Cultura en toda la historia”. Se han determinado 25 mil millones de pesos para el año 2025, así “podremos generar óptimas condiciones de desarrollo cultural en el país”.
De otros fondos saldrá para “la mayor creación de infraestructura cultural de este siglo, tanto física como digital”. En la lista “dos estudios de filmación, cuatro mediatecas, un centro cultural en el norte del país, una sala de conciertos, una cineteca, una librería, el conjunto artístico del Centro Cultural del Bosque, tres universidades de las Artes, dos escuelas de Antropología e Historia y dos escuelas técnicas de guías de turistas certificados”.
Es deseo de la coalición Fuerza y Corazón por México “una política pública para pasar de la explotación al aprovechamiento sostenible de los diseños y creaciones artesanales”. También otorgar “el mayor número de becas en la historia del país, para estudiantes de arte, artistas, creadores y agentes culturales, que deseen estudiar en México y/o en el extranjero”.
Va “una política digital para el arte y la cultura, que garantice el acceso y ejercicio universal a los derechos culturales de todos los mexicanos. Entre otros, a través de los medios de servicio público (Once TV, Canal 22, IMER, etc), recuperando para ello “su línea editorial de apoyo y difusión del arte y la cultura”.
Ampliar los servicios de salud y seguridad social “para incluir sin reservas a los trabajadores de la cultura”.
El punto 168 sugiere una reelaboración de la política de estímulos fiscales, además de crear EfiLibrerías, Efimuseos y EfiBecas. “Las distintas industrias culturales recibirán el tratamiento fiscal, legal, presupuestal y de créditos bancarios necesarios, para que contribuyan al desarrollo de la economía nacional y alcancen estándares internacionales”.
En el penúltimo punto se habla de una política nacional de capacitación y fortalecimiento cultural en los municipios y casas de cultura, de la mano de “un fondo concursable tripartita de hasta 1,000 millones de pesos para proyectos municipales y comunitarios”.
Finalmente, “haremos un proyecto estratégico internacional” a través de las embajadas, para lo cual “se designarán a los agregados culturales de manera conjunta entre la Cancillería y la Secretaría de Cultura, con el propósito de recuperar el liderazgo intelectual y la presencia protagónica de México en los organismos multilaterales y en el mundo”.
Del apartado de economía, vale destacar la suerte de renacimiento del Instituto del Emprendedor a través de “la Agencia Nacional para el Emprendimiento, la Innovación y la Productividad, la cual tendrá como propósito atender a los pequeños negocios, atraer y crear fondos de capital semilla, asesoría técnica, mentoría y vinculación con los sectores productivos estratégicos y el comercio exterior”. En ese contexto “estableceremos un Ombudsman de las MiPymes”.
Por lo que respecta al documento de Claudia Sheinbaum, que circuló el primero de marzo, son 383 páginas. Se enumeran los 100 pasos resultado de los “Diálogos para la transformación”. Se ofrece información de los equipos de trabajo, breves diagnósticos como exaltaciones a los logros del actual régimen por campo temático y se van mencionando las distintas propuestas bajo la tesis de que “El proyecto político de la cuarta transformación es, esencialmente, un proyecto cultural”.
Son diez páginas dedicadas a “Diversidad y patrimonio cultural”, divididas en cuatro apartados: Vida artística, La cultura como un derecho, Grandeza cultural de México y República de lectores.
El recorrido del continuismo va de “impulsar la educación artística en las escuelas de educación básica”, a “ampliar la colaboración entre Semilleros Creativos, Pilares, Utopías, Fábricas de Artes y Oficios, Centros Culturales Públicos y Comunitarios en todo el país”, así como “profundizar los modelos de descentralización de las escuelas nacionales del INBAL en los Estados de la República Mexicana”.
Se asegura que “el sistema de apoyos a la creación, con reglas más democráticas, ha dispersado mejor los recursos en los Estados de la República”. En ese sentido temático se trata de “generar mejores condiciones para los artistas”, lo cual pasa por revisar “tanto las contrataciones institucionales, como los estímulos fiscales y apoyos a la creación, hasta las herramientas que tienen los artistas para hacer exigibles sus derechos”.
Es por ello que “se deberá emprender una simplificación administrativa en las relaciones entre creadores e instituciones culturales y eliminar en la gestión cultural el concepto y la relación de ‘prestadores de servicios’ o ‘proveedores’, reconociendo la condición de ‘artistas o creadores’, simplificando y agilizando al máximo los mecanismos de pago”.
En el llamado “segundo piso de la 4T”, se desea impulsar en todo el país “con ayuda de los gobiernos locales, la recuperación y restauración de teatros, salas de exposición y recintos parcialmente abandonados o en desuso”.
Al integrar a otros “jugadores” del sector, se indica la necesidad de “promover la participación de actores sociales e iniciativa privada en el financiamiento de eventos culturales, museos, exposiciones, festivales, en la restauración de inmuebles y otras actividades”.
La oferta a los votantes se amplía a la “revisión profunda de leyes del sector cultural: INAH, INBAL, Ley de Cultura y Derechos Culturales y la Ley General de Archivos”, tanto como “profundizar lineamientos precisos de conservación de acervos de toda naturaleza; de digitalización, resguardo y difusión”, y además “impulsar la recuperación de la memoria ferrocarrilera a través de su patrimonio histórico”.
Se menciona el propósito de “generar los mecanismos financieros para que todas las bibliotecas del país funcionen debidamente”, como el “completar” la Red Nacional “para que cada municipio del país cuente con una biblioteca”. Asimismo se retoma la vieja demanda de implementar la “tasa cero en el IVA a las librerías, a efecto de apoyar su viabilidad financiera”, junto con “establecer una tarifa especial del Servicio Postal Mexicano para el envío de libros”.
No se puede estar en desacuerdo con el conjunto de ofrecimientos, si bien parciales, algunos inexactos, otros controvertibles, los más ajustables, otros necesitados de estudios de factibilidad, etc. Son fruto de la naturaleza de la campañas. Mucho nos beneficiará que quien gane saque provecho de las ideas de la que perdió. A sentarse a esperar…