Vaya que tiene cuerda para rato el libro biográfico Carmen Balcells, traficante de palabras, de la escritora Carme Riera (Debate, 2022). El relato, lanzado en marzo, distribuye episodios históricos, temas, anécdotas, enseñanzas, alegatos, maneras de abordarlo a la luz de diversidad de intereses.
Sus páginas son como un rehilete que, en nuestro caso, lanza infinidad de colores para iluminar un apartado del desarrollo del sector cultural tanto de España, como de Latinoamérica.
En efecto, es el que tiene que ver con la industria editorial, la del autor convertido en marca, la del mercado librero, la del encadenamiento del libro con los medios de comunicación, sobre todo el cine, y la relevancia de una actividad que, pese a los avances del negocio editorial, no es abundante en oficiantes: la agencia y el agente dedicados a representar autores.
Para el biógrafo no existen certezas del tiempo que debe transcurrir para encontrarse en el mejor momento de escribir sobre un personaje. Más aún cuando se ha sido tan cercano, como el caso de Carme (CR) y Carmen (CB). El que hace el relato de una vida que fue tan próxima, tiene ventajas maravillosas, pero igual una serie de limitaciones comprensibles.
La llamada papisa falleció el 20 de septiembre de 2015. Vino al mundo en 1930, en Santa Fe de Segarra, Olujas, Lérida, España. Muy joven llegó a Barcelona, ciudad a cuyo pulso se convertiría en epicentro editorial y lugar de residencia de numerosos escritores no catalanes y foráneos.
Con un sugerente título del cual, tras la lectura salimos convencidos de su rotundo alcance, Carme Riera cumple cabalmente con su amiga y representante. Las fuentes y testimonios son abundantes para lograr un retrato emotivo a la vez que contundente de quien recibiría la denominación de la “Mamá grande” de su camada de representados, así como por ser en buena medida la instauradora del boom latinoamericano de la novela.
Hay en las páginas un catálogo elocuente de la personalidad de Carmen Balcells. Se sintetizan sus cualidades como sus defectos, sus estilos amables como sus pasadas de mano. Ante todo, gracias a la labor del biógrafo, aparece el mosaico de la mujer: solía llorar fácil, fue profundamente emotiva como dura, a la vez inflexible en la defensa de los autores y sus negocios.
Hueso duro de roer, pan con miel, insolente al igual que frágil: océano, río, laguna, charco. Todo ajustado estratégicamente.
Es CB el azote de los editores como de sus empresas, como es una magnífica organizadora de bodas, delicada diseñadora de interiores, mandamás de la agencia multinacional, confabuladora de relaciones “maternoficiales”, ajedrecista sin tablero, operadora en la política, la dama que vivió “entre lágrimas y gastronomía”.
Balcells la del origen campesino, la que de chiquilla atendió la carnicería de sus padres, tarea que, dice Riera, le dio filo para su destino; la portadora de amuletos, la esotérica, la que contó con guía permanente para las cartas astrales, la mujer de las rosas y flores amarillas por significarse de buena suerte.
El lector se ve inmerso en el trayecto que arrancó a mediados de los años 50 para convertirse en la Agencia Literaria Carmen Balcells. Tráfico de cuartillas, aseguramiento de historias, acumulación de representados, control de las rutas de miles de contratos que son frentes monetizados.
Tres de la nómina de la agencia vio su dueña en Estocolmo con el Premio Nobel de Literatura en la mano: Gabriel García Márquez, Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa.
Vistas de un sector cultural
De tan vasto arsenal de quehaceres, innovaciones e influencias que da cuenta Carmen Balcells, traficante de palabras, de Carme Riera, en esta ocasión me quedo con su determinante presencia como emprendedora y mujer de negocios.
Aprecio su influjo para detonar un cambio radical en la industria editorial y su cadena de valor, como parte del complejo compendio del sector cultural. De hecho, la “Mamá grande” quiso participar de otros nichos del ámbito: no lo logró.
El eje articulador fue lograr hacer confluir un conjunto de escritoras y escritores bajo su mando y visión del mercado. El constituir un cártel capaz de poner condiciones a las editoriales. El boom fue “una operación comercial sin precedentes”, al decir de Carme Riera.
Con motivaciones no exentas de “moda, mercantilismo y politiquería”, en definición de Juan Marcé. Para Manuel Vázquez Montalbán, otro de los fichajes de Balcells, el boom se constituyó en “el descubrimiento de un pozo de petróleo que atrae a las compañías explotadoras”.
Carlos Fuentes le definió como “boom-territorios de La Mancha”.
Jaque mate a usos y costumbres conocidas y disrupción en esos años 60. Cuenta Riera que el modelo para fundar una editorial se basaba en personas con un buen capital familiar y un gran interés cultural que deseaban transmitir.
Balcells&Co acaparan insumos de producción: van provocando el ajuste operativo de la industria editorial española, cuyas correas hacia Latinoamérica se alimentan. Además de la irrupción del agente y de la agencia, se incrementa la competencia tanto como se sienta precedente con la inserción de los anticipos a los autores.
En la lucha por el control de territorios, la traficante lleva al poder político las modificaciones a los estatutos legales y fiscales que beneficien el mercado, a sus clientes, al igual que se irradian las consecuencias a quienes no lo son.
Asunto de comerciantes fue propiciar numerosos premios literarios, establecer el impacto mediático para fines de venta, consentir la relación con la prensa, rebautizar una corriente del marketing, acentuar la distribución de los libros, poner variedad en las manos (además del rústico, el Club, Quiosco, Bolsillo y Edición Trade) y sacudir la “grilla” en el gremio con adicciones por las batallas campales.
“Yo me ocupo de los números para que mis representados puedan ocuparse de las letras”, fue una de las sentencias de la madre-papisa. Para su único hijo, Lluís Miguel Palomares, “la obsesión por el poder fue uno de los motores de vida de mi madre”.
“Yo no tengo amigos, tengo intereses”, otra del estilo belcellstein; ella “la dama astuta y peligrosa” que “no daba consejos, sino órdenes”.
Para Carme Riera, con lo suyo en el quehacer literario, se proyecta en una frase publicitaria una de las virtudes de la agente: “La elegancia social del regalo”, pues “Carmen sería el ejemplo perfecto de tal manera de actuar”.
Por lo mismo CB dictó que “quien regala/bien vende/si el que recibe/lo entiende”, al fin que la labor del editor es “la más sexi del mundo”.
No en vano Juan Carlos Onetti le proclamó: “Te amo, Carmen Balcells, escribas con cheque o sin él/más vibra mi corazón cuando distingue un talón”.
Mientras que Vicente Leñero lanzó: “Sonreía siempre, carajo, siempre a la manera de un vendedor de seguros”, al tiempo que José Donoso sostuvo: “¿Si la quiero? No, no la quiero nada, me hace sufrir horriblemente, es una canalla, una perversa”.
A lo dicho por el chileno, la respuesta de la agente fue: “Era rencoroso y resentido porque no conseguía ser el rey del mambo”.
Por igual dejó la para la posteridad lo que le dijo a Rosa Regás: “Ya tenemos el Planeta (el premio), ahora solo te falta escribir una buena novela”.
Gustosa de leer los manuscritos sin engargolar, Carmen solía regalar dos libros del mismo título a las parejas, a efecto de que al unísono compartieran sus impresiones.
Tras la revisión de traficante de palabras bajo mi interés tan específico, uno de los costados en los que se observan las limitaciones comprensibles, tiene que ver con la insuficiente documentación del negocio llamado agencia. Le faltó y mucho a Riera para ofrecer sustancia que demanda la economía: la arquitectura fina de la empresa.
Por supuesto que al decirlo, no indico que se deberían de revelar las “tripas” del nicho empresarial, lo que por derecho es información confidencial.
Sin duda era viable ir a la “filosofía” del hacedor del negocio, hacerlo “hablar” de las claves de la ingeniería financiera, adentrarnos en ciertos “secretos”, vislumbrar el manejo contable de la agente, hacer visibles los criterios monetarios de los autores, el peso fiscal de la actividad, así como de tantos elementos que, para analistas como uno, son cruciales para el estudio sectorial.
Digamos de manera más llana: se perdió una oportunidad de comprender el modelo de negocio. Hacerlo desde un manejo pertinente, hubiera dado a la biografía un “toque” invaluable: ser a la vez una suerte de manual para el aprendiz, como para el profesional en estos menesteres, cuando su precursora, al parecer, nunca se ocupó de transmitir sus conocimientos y habilidades.
El consentido, los entrañables
En la innovación del negocio, Gabriel García Márquez llegó a representar el 35% de los ingresos de la agencia. La dupla CB-GGM, recobra Carme Riera en traficante de palabras, construyeron un andamiaje que siempre se acrecentó, aunque al primer encuentro, en 1965, Balcells lo encontrara “antipatiquísimo y petulante”.
El tándem entre ellos “sería indestructible”.
Hábitos y costumbres los entrelazaron de pe a pa. Por citar un ejemplo, por lustros, en su cumpleaños, el colombiano recibió de CB tres mil dólares de regalo.
“Carmen, como banquera suprema, cuida de que la caja tenga siempre efectivo para lo que su autor predilecto requiera”, ilustra Carme.
Habla la papisa: “Cuando tienes un autor como García Márquez puedes montar un partido político, instituir una religión u organizar una revolución (…) Gracias a él cambiaron las normas que regulan las relaciones entre autores y editores para beneficiar algo más a los primeros, los auténticos reyes de este negocio, los que hacen que la gente lea libros”.
Ahí están en su lista de proveedores, con millones de ejemplares vendidos, más los que se acumulen en los años: Mario Vargas Llosa, Nélida Piñón, Isabel Allende (“la autora fue y sigue siendo un activo fundamental de la contabilidad de la agencia”), Camilo José Cela.
Alrededor de 150 autores entre vivos y muertos (la cifra no puede ser exacta, se llegan a citar hasta 300), así como miles de contratos firmados en todas las variantes bajo la triada balcelliana: “Tiempo, espacio y formato”.
“Los editores han peleado a golpe de chequera (…) y han aceptado subastas inauditas, como si de caballos de raza se tratara”, ha dicho el traductor Mario Muchnik, y por su lado el editor José Manuel Lara: “Esta cabrona va a enseñar a todos los agentes a ser igual y no nos dejarán vivir”.
El legendario Jorge Herralde subrayó que CB “es una mezcla de Santa Claus con Orson Wells”.
Correspondió a Carlos Fuentes sintetizar los atributos de la fórmula religiosa: “Uno de los principales es que allí vive la papisa Carmen Balcells. Barcelona es su Vaticano y sin ella no tendríamos iglesia literaria”.
En su reino rechazó a Paulo Coelho a pesar de llevar la recomendación de Nélida Piñón; pero no se pudo hacer de la representación de José Saramago.
Meses después de su muerte, en Milenio Diario, el 15 de enero de 2016, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari escribió una suerte de crónica de un homenaje celebrado el día 12 del mismo mes: “Durante el evento venían a mi mente las imágenes y recuerdos de más de 15 años de privilegiada relación con Carmen.
“Nos encontramos al inicio de 1999 por recomendación de Gabriel García Márquez. Ocurrió en Madrid, en el hotel Ritz. Ella vestida toda de blanco en un lino impresionante. Después de hacerme pasar por un severo interrogatorio, durante el cual señaló sus dudas con firmeza, terminó convencida con mis respuestas y decidió a partir de entonces ser mi agente literaria.
“Previamente en La Habana yo había compartido con Gabo borradores del texto que escribía entonces, y él insistió que tenía que hablar con Carmen”.
Sinsabores, pesares
Riera es cuidadosa en lo que respecta a los nichos de la vida privada de Balcells. No por ello podemos dejaremos de comprender el entorno familiar y personalísimo de la mujer que fue Carmen, sobre todo en lo que refiere a su presencia física, como a su desbordada pasión por la comida.
“Le hubiera gustado ser alta, delgada y guapa para convertirse en una mujer objeto”, refiere Carme. En tanto el editor Carlos Barral llegó a describirla en su novela Penúltimos castigos como “una mujer más bien voluminosa, que también caminaba con bastón y resultó ser una famosa agente literaria… Su practicidad casi obscenas”.
En el libro viene una cita de Fernando del Paso, de un artículo aparecido en la revista Proceso. Carmen, “con la que hemos disfrutado festines pantagruélicos, rociados con los mejores vinos y codornius inimaginables (…) Disfruta comiendo y dando de comer”.
Tanto y más nos deja esta espléndida obra biográfica de Carme Riera. Por ejemplo, que CB vendió su fondo documental al Ministerio de Cultura en 2010 consistente en cinco tráileres, con 2.5 kilómetros de documentos, así como una biblioteca de 50 mil volúmenes.
Igual se narra que en la Feria del Libro de Guadalajara, cuando Cataluña fue invitado de honor en 2004, se dispuso de un “Bar Cells”, en lugar de estand o de oficina de representación de autores.
Así como que precisamente en la Universidad de Guadalajara se creó, en 2016, el Centro Documental de Literatura Iberoamericana Carmen Balcells, con sede en la Biblioteca Juan José Arreola.
Aunque “retirada” de la agencia al inicio del siglo XXI, Balcells llevó a cabo numerosos proyectos empresariales y de gestión cultural, no pocos de gran envergadura, siendo más los que no lograron su plena realización.
En su última etapa buscó vender un paquete accionario de la agencia, sin concretarlo, otro gran tema escasamente ilustrado. En ese proceso se contempló la fusión con la agencia del “Chacal”, el agente norteamericano Andrew Wylie, quien llegó a decir que mientras él era “el jardinero de sus autores”, ella era “la peluquera del rey”.
¿Y el amor? Cerremos con la única cita al respecto: “Lo importante es haberlo conocido. Saber qué es. Y ya está. Es igual que dure siete años o tres semanas”.