Bajo el concepto programático de extensión universitaria se engloban las tareas de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM. Una hermosa joya del quehacer universitario compuesta por 15 dependencias que encabeza la escritora Rosa Beltrán desde enero de 2022, tras la salida de Jorge Volpi, quien se mudó a la representación de la casa de estudios en España.
En esto de los plagios, recordemos que el entonces rector José Narro, designó al escritor Sealtiel Alatriste en tan potente cargo, el cual tuvo que dejar por una acusación de esa especie en 2012. El doctor Enrique Graue, al tomar controles en 2015, ratificó en la encomienda a María Teresa Uriarte. Poco tiempo después a la estimada doctora le estallaron numerosos problemas.
Sonaron los tambores por la designación de Nicolás Alvarado en TV UNAM, quien después tuvo que renunciar por sus dichos en el periódico Milenio en medio del funeral del cantautor Juan Gabriel. También se sumó la polémica por la construcción del edificio H, que trastocó el paisaje del espacio escultórico.
Vino también el escándalo de José Felipe Coria en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) por cuestiones de violencia de género. Por su fuera poco, la herencia de la maestra Gloria Contreras, en el Taller Coreográfico, dio mucho de qué hablar. Así las cosas, Volpi llegó a finales de 2016 a las bellas oficinas del Centro Cultural Universitario.
Tras ser ratificado por Graue en 2019, al escritor le tocó enfrentar la pandemia y entre las acciones se destacó el estudio “Para salir de terapia intensiva”. Surgió la Cátedra Inés Amor en Gestión Cultural y el Festival El Aleph. Con la secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, se dio aires renovados al Premio Internacional Carlos Fuentes.
En las cuentas del año 2022, la UNAM ejerció un presupuesto de 52 mil millones de pesos (mdp), de los cuales destinó a extensión universitaria y deportes 3 mil 818 mdp. De esa mínima tajada, la Coordinación de Difusión Cultural aplicó 1 434 mdp, una cantidad muchísimas veces superior a los fondos con que cuentan las instituciones culturales de los gobiernos estatales, excepto la Ciudad de México. La cifra es muy inferior comparada con el INAH e INBAL.
Veamos unos ejemplos de la distribución. La bolsa del coordinador, de la cual dependen varias secretarías, fue la más alta, con 378 mdp, seguida por la televisora con 181, la Dirección de Música con 156, la de Publicaciones y Fomento Editorial con 149 y la de Artes Visuales con 118. Las direcciones que menos dinero recibieron el año pasado son las del Centro Universitario de Teatro con 23 y la de Literatura y Fomento a la Lectura, que presidió Beltrán, con 31 millones de pesos.
En el capítulo de Entidades y dependencias de extensión universitaria se puede también ver el gasto ejercido por Divulgación de la Ciencia, con 251 mdp, de Relaciones y Asuntos Internacionales con 148 y del Centro de Enseñanza para Extranjeros con 134 millones de pesos. La suma total del ramo 600 son 2 mil 121 mdp.
Nadie puede dudar de que, en la oportunidad brindada, Rosa Beltrán se ha aplicado a fondo en muy diferentes tareas. Para estas semanas de cierre de gestión y de miradas de los diez aspirantes a suceder a Graue, ha promovido un magnífico festival, colmado de maravillas, como la ópera de Philip Glass basada en la obra de Edgar A. Poe La caída de la casa Usher.
Difusión Cultural de la UNAM es uno de los más grandes patrimonios del país y dichosamente, para quienes vivimos en la Ciudad de México. ¿Qué estarán viendo los suspirantes a la rectoría? Algo alcanzo a advertir, por si les sirve de algo. Primero, lo habitual: más fondos para la vida cultural universitaria.
Se requieren para la modernización de la televisora y para ampliar las tareas de preservación del legado cinematográfico, por ejemplo. Una tarea postergada es contar con una red de librerías a nivel nacional que saquen de bodegas miles de libros (se dice que la UNAM edita dos libros por día) y unifiquen este acervo en el mercado.
Desde este lado, es vital que Difusión Cultural asuma una visión más actuante con los diferentes actores del sector cultural. Es decir, potenciar las alianzas productivas con las organizaciones no gubernamentales y con las empresas culturales, así como dar su sitio a los estudios de la economía cultural.
En la escalada de sucesos, Rosa Beltrán tiene cuerda para rato. Ya veremos si quien asuma la rectoría estima lo mismo o designará un sucesor. En todo caso, que se supere lo realizado.