No se emocionen. Eso ocurrió en el 2009. El presidente Felipe Calderón lanzó una estrategia para estimular la economía nacional de cara a la crisis financiera de ese año. El director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el embajador Alfonso de Maria y Campos, anunció una línea de 600 millones de pesos. Con esa liquidez se asegura haber generado unos 34 mil empleos directos e indirectos, en 86 municipios de 26 estados. Hablamos de chamba en zonas arqueológicas, en sitios en proceso de investigación, en museos. Labores de salarios mínimos, afanadores, algunos técnicos, uno que otro profesional. Pero la intención fue de atender los estragos ocasionados por el virus de la influenza. A estas alturas del parón Covid-19, el INAH de Diego Prieto a nada de eso puede aspirar.Andamos de arqueólogos del sector cultural. Recurro a un cuaderno con numerosas anotaciones de los años 2008 y 2009. Por ejemplo, el 6 de mayo de 2009 el periódico Reforma cabecea “Azotan pérdidas a museos del Distrito Federal”. La crisis de la influenza abre huecos de 500 mil a 5 millones de pesos en museos privados o sin subsidios. El Papalote echó manos de ahorros por 5 millones de pesos, bajó 15 por ciento el salario de sus directivos, puso a la venta activos y redujo los días laborables. Mientras el Museo Franz Mayer perdió 500 mil pesos por la suspensión de la muestra de la muñeca Barbie, el Mide sufre desfalco de un millón y medio de pesos y el Museo Diego Rivera/Frida Kahlo, de 800 mil pesos.
Encuentro que en Reforma se anuncia el 3 de junio “Arman paquete teatral”. Para afrontar la crisis diseñan el “Paqueteatro”, 16 obras, con 192 funciones. A cien pesos la entrada sencilla, 180 pesos por dos y venta de abonos. En el diario La Jornada, también el 3 de junio, autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) señalan pérdidas por 3 millones de pesos en 10 días de cierre. El 5 de junio el periódico Excélsior notifica: “Gozará cultura exención. No se pagará el impuesto a espectáculos públicos hasta diciembre”. En la edición del 7 de junio, en la revista Proceso se lee: “El teatro mexicano vapuleado”. Pérdidas estimadas en 87 millones de pesos, 12 mil familias afectadas, de 80 compañías en activo, quedan 37 en pie tras el golpe de la influenza. Luego, el 20 de junio, en el periódico Reforma, dice: “Sufren cines golpe de crisis financiera. Canacine estima en 312 millones de pesos las pérdidas por la emergencia sanitaria”. Cierran 4369 salas.
Y así, el relato de los daños por la gripe A (H1N1), que se sintieron entre el 17 de marzo y el 11 de mayo de 2009. Fueron 13 días de suspensión total de actividades. Para abril de 2010, habían fallecido 1172 personas. En esas semanas, 35 mil restaurantes cerraron en el Distrito Federal. Alrededor de 350 mil personas acudieron a los Blockbuster a rentar películas en tan solo una semana. Se cancelaron 553 actividades culturales, deportivas y de espectáculos.
El Festival Ollin Kan, del maestro José Luis Cruz, aseguró a Milenio Diario el 1 de mayo, haber tenido pérdidas por 10 millones de pesos.
El tono debería ser una estrategia sectorial ante el coronavirus. Un paquete de emergencia. Barbas más que a remojar. No dejen de leer El rosario del coronavirus del pasado 22 de abril. Tomen nota.