MEXICALI. Menos mal que al todo poderoso mandatario de México no le da tiempo de leer muchos de los libros que circulan en la patria.
Si leyera Intimidades. Más allá del amor: Encuentros con parejas del arte y la cultura de México, con entrevistas de Adriana Malvido y fotografías de Christa Cowrie (Estrategias Paralelo 21) con prólogo de Patricia Cardona, más de una mañanera la ocuparía en ventilar su contenido.
Salvo un caso de los amores reunidos, al ojo de este buen cubero de Flor de Caña (de lo mejor de la sufrida Nicaragua), las otras nueve parejas presentadas a todo color en pantalla digital, edición de lujo, entran en el territorio fifí, conservador, de intelectuales orgánicos y anexas.
Un apetitoso platillo para el jefe del Ejecutivo.
Al agradecer a los benditos los santos cuatroteros que todavía esto no ocurra, tengo el gusto de apoderarme de lo que bien me interesó de tan revelador paquete de entrevistas.
Son hechura de una curtida reportera y una colmilluda fotógrafa. Ahí están las biografías en el libro, en Google o Safari para que se enteren de lo que no diré para hacer menos larga esta nota surgida una tarde de invierno en la colonia Burócrata de la insípida Mexicali.
Lo que advierto en la obra es una asamblea fraterna de conocidos, mas no por ello, de compadres. En virtud de lo anterior sugiero que los que viven -en efecto, lamentablemente algunos de los entrevistados han fallecido- se junten e intercambien parejas para cuchuchear pareceres.
A ver qué les parece encontrase cara a cara tras brillar en las impecables páginas editadas por Paralelo 21. Qué se siente mirarse en sus múltiples espejos. ¿Podrá ser el colectivo osadas, osados, osades?
¡Y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir de las confesiones, infidencias, chismes, filias, fobias, descaros, accesos de vanidad, lances intelectuales, del sentimentalismo, del heroísmo, del anecdotario que instruye, de la sagacidad y largo e-te-cé!
Cuenta mi colega GRECU Adriana Malvido que el ciclo en pos de las Intimidades arrancó en 2007 “a partir de una lista muy larga que creció día con día. Parejas en el mundo del arte y la literatura, el cine y la danza, la academia y la ciencia, la fotografía, la gastronomía, la publicidad y la edición, el arte popular y hasta el circo. Desde entonces, hemos realizado más de cuarenta entrevistas”.
¡Eso es oficio de una preguntona y de la otra con mirada íntima!
Así las cosa, en la obra presentan “una selección de diez parejas. Se trata de veinte personas, diversas en su actividad, en su historia, en su manera de compartir la vida, en su postura ante el arte y la cultura y en su punto de vista político”.
Ellas sabrán el porqué de la selección, ya nos enteraremos de esa intimidad. En el hoy hoy hoy comprenden entrevistas realizadas en el lapso que va de 2007 a 2009.
El elenco: Bárbara Jacobs y Vicente Rojo, Ascensión Hernández Triviño y Miguel León Portilla, Paz Alicia Garciadiego y Arturo Ripstein, Carla Hernández y Rafael Cauduro, Elva Macías y Eraclio Zepeda, Sara Sefchovich y Carlos Martínez Assad, Rina Lazo y Arturo García Bustos, Margarita de Orellana y Alberto Ruy Sánchez, Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín y Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez.
Ya no se encuentran entre nosotros Rojo, León-Portilla, Hernández, Zepeda, Lazo, García Bustos y recientemente murió Cauduro. Ellos dispensarán mi atrevimiento.
Como recortero que soy, recorto a mi gusto, en ofrenda a tan magnífico libro, las citas que mejor me encajan. Intimidades. Más allá del amor: Encuentros con parejas del arte y la cultura de México les espera. Para animarlos es esta suerte de reseña.
El recorteo va así: enuncio primero los títulos de las entrevistas como aparecen en el índice. Después pongo lo que bien elegí de lo dicho en dos paquetes: las mujeres por delante y los demás después, en el orden de publicación.
1 El enamoramiento, como el arte, es indefinible
Bárbara Jacobs y Vicente Rojo
2 Entreverados por la admiración y los libros
Ascensión Hernández Triviño y Miguel León-Portilla
3 Pervivir gracias al siguiente proyecto
Paz Alicia Garciadiego y Arturo Ripstein
4 Entre la creación y el conflicto
Carla Hernández y Rafael Cauduro
5 De la militancia y la pasión por la palabra
Elva Macías y Eraclio Zepeda
6 Discusiones, hijos y sexo, los tres ejes fundamentales
Sara Sefchovich y Carlos Martínez Assad
7 México, el arte, la lucha, pasiones compartidas
Rina Lazo y Arturo García Bustos
8 Tras una voz y una mirada propias
Margarita de Orellana y Alberto Ruy Sánchez
9 Entre el desparpajo, la creación y la privacidad
Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín
10 Monólogo sobre una relación en tres actos
Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez
Las mujeres por delante
Bárbara. “Por primera vez en mi vida he podido escribir con alguien en la misma habitación. Antes, jamás (…) Ahora, quizá por la importancia que Vicente le da a mi trabajo, puedo escribir enfrente de él”.
Bárbara. “Pues sí, es amor, es encanto, hablamos de sus gracias porque, perdón qué barbaridad, porque yo no tuve hijos y a los hijastros, nietos, mis sobrinos, no he sentido derecho a amarlos como si fueran míos. En cambio, a los perros y los gatos sí, como míos. Y eso lo compartimos”.
Ascensión, Chonita. “Llega un momento en que el cariño al libro es tal, que recibes los libros que otros no quieren, los libros huerfanitos mal cuidados y sin portada; pero sabemos que esos libros se pueden vestir con bonitas encuadernaciones y entonces quedan como la ropa de Armani en un escaparate de lujo”.
Paz. “Eso está desde el principio y quizá sea precisamente lo que nos ligó. Los dos tenemos cierta tendencia a lo oscuro”.
Paz. “Cada película es un milagro, cuando vas a un buen festival de cine, lo sabes para cada cinta que ves. Nosotros formamos parte de ese milagro. Yo no soy colega de un gran cineasta cuando hace las películas, soy su colega cuando logra hacer un milagro. Es todo lo que nos une”.
Carla. “Le di las gracias (a su novio) y fui a buscar a Rafa esa madrugada. Me recibió así: ‘Ya te decidiste, ¿verdad?, qué bueno, ahora báñate y empecemos una nueva vida”.
Carla. “Rafa siempre fue muy mujeriego, y yo prefería que me dijera ‘Carla, voy a salir con una chava’, no importa, no sufro celos porque son una pérdida de tiempo y solo te desgastas”.
Carla. “En la casa de Cuernavaca todo es Rafael Cauduro, en realidad nunca la sentí mía. Es él y su obra. Yo, una visita. Solo la cocina la sentí mía”.
Elva. “Ahí, en el desfile, nos vimos y nos casamos el día tres. Yo tenía dieciocho años y en esa época la mayoría de edad era a los veintiuno. Entonces Polo Duarte, el dueño de la librería Libros Escogidos nos ayudó con los papeles. Y es que ahí, en Avenida Hidalgo junto a la Alameda, era zona de coyotes, así que me consiguió un pasaporte -aumentando mi edad-, pero era de una entrada y una salida. Así que me fui a China y regresé seis años después, para conmoción de mi familia”.
Sara. “No, para nada. Es completamente cierto cuando te digo que no tengo la menor idea quién es (Carlos), me sorprende, muchas veces me digo ‘¿Quién es este señor al que yo conozco?, ¿por qué se le ocurre eso?, ¿por qué va a tal lugar?, ¿por qué platica con esa persona?, ¿por qué quiere hacer un viaje así?’. Sí, me sorprende muchísimo. Pero lo que más me sorprende, por sobre todas las cosas es ¿por qué me aguanta si soy insoportable?”.
Rina. Sobre Diego Rivera. “No titubeaba, no corregía, era increíble verlo trabajar. Esa fue mi primera experiencia y aprendía cómo poner los colores, cuáles eran los que le gustaban a él, prepararle la paleta… Ya después me puso a pintar”.
Rina. “Después me llevaron a Lecumberri, que comparada con las anteriores era una cárcel bonita”.
Margarita, Magui, al referirse a la correspondencia de mujeres a su esposo. “Lo que más coraje de daba eran las faltas de ortografía, que no supieran ni escribir ‘sexo’ correctamente. Me daban ganas de escribirles para corregirlas”.
Margarita, Magui. “Nunca hemos peleado por asuntos de la revista, es extraño (…) Los problemas siempre vienen de fuera y todos los días hay que apagar pequeños incendios”.
Ángeles, a propósito del conflicto en La Jornada. “Te vas a volver loco, tú eres un escritor y un historiador, tienes muchas cosas más que hacer que estar peleando con todos estos…”.
Ángeles. “Hacemos buen equipo para rescatar dolientes. Si Jorge Castañeda es secretario de Estado y está en la cresta, a lo mejor ni lo vemos, pero si cae en desgracia, sí. Héctor es muy amiguero, igual que yo, muy generoso y le alcanza para todo”.
Ernesto Zedillo habla un diciembre y le dice a Mastretta: “Oye ¿pueden venir el fin de semana a un viajecito? Y le digo que sí. Y nos pide que empaquemos traje de baño, que se trata de una sorpresa. La primera sorpresa fue ver quiénes eran los otros invitados, Los Gabos y los Reyes Heroles. Y yo veía a Héctor al borde de la lancha diciéndome: ‘Este Zedillo lo que quiere es que te ahogues, es clarísimo. Me quiere hundir ahogándote”.
Ángeles. “Sobrevivimos al salinismo. Esta relación sobrevivió al salinismo. Pero también Héctor, él es el verdadero sobreviviente, yo nada más le cuidaba las espaldas de semejante horror”.
Jesusa. “Entonces corrimos… y yo que soy penosísima, que arriba del escenario puedo hacer cualquier cosa, pero abajo soy muy tímida, extremadamente tímida, me quedé parada y dije: ‘Hola, este… pues fíjate que tú (Liliana) te pareces mucho a la mamá de ella (una amiga) (risas) y pues nada, te veníamos nada más a conocer”.
Jesusa. “Porque claro, igual tanto más yo me conozco pues más me doy cuenta de lo insoportable que soy, entonces sí está cabrón aguantar a alguien como yo, difícil”.
Jesusa. “Pero ese día me dice Lili: ‘Oye, esto es genial, si Martha Sahagún se puede casar con todo su desmadre de beata y todo, casémonos nosotras en una ceremonia para echar desmadre’. Le dije: ‘Ay sí, qué diversión, el 14 de febrero en El Hábito vamos a hacer una misa”.
Jesusa. “Y a mí me pasó algo raro, yo vi a Salinas ponerse la banda presidencial y dije: ‘Este hombre va a destruir a México, no tengo la menor duda, es un oligofrénico, un maniático y un ser vil’. Y entonces al día siguiente me puse a trabajar. Monsiváis me decía: ‘¡Te va a matar, no puedes hacer eso, ese hombre no tiene humor!’ y le dije: ‘Me vale madres, yo lo voy a hacer’. Y lo hice como personaje seis años”.
Anota Malvido al final de la entrevista: Liliana se acerca por detrás y abraza el cuello de Jesusa. Recarga su barba sobre la cabeza de su pareja. Y sonríe.
Los demás
Vicente: “Los dos tuvimos muy buenos matrimonios y por eso conservamos esa necesidad de mantener el asombro diario, las veinticuatro horas del día”.
Miguel. “A mí me gustó inmediatamente, de hecho, un día la iba a invitar a bailar, lo que hubiera sido terrible porque yo no bailo nada, pero afortunadamente no lo hice”.
Miguel. Al responder sobre su trabajo doméstico. “Prácticamente ninguno, lo que sí hago es ocuparme de todos los pagos y estarla surtiendo de dinero, su caja está llena de billetes (…) No agarro ni una escoba, pero me ocupo del contador, del banco, del fisco; cuando no hay muchacha lo que más hago es llevar los platos a la cocina”.
Miguel. “Por consiguiente, no somos gatos de la historia, lo que somos, por desgracia, es un país muy corrupto, pero materia prima la tenemos”.
Arturo. “Yo no invitaría a ninguno de mis personajes a cenar a mi casa, la cotidianeidad es otra cosa”.
Arturo. “Ganarle en este país a un funcionario que está detrás de un escritorio es uno de los grandes placeres”.
Rafael. “Entonces un día le hablé a Enrique (Beraja, el galerista) y le dije, ‘oye voy a hacer un cuadro de ese tipo que piden’. Eran unas bailarinas y le puse El gran final. Yo pensaba ‘este para pagar la renta y ahí muere’. Se lo di y al día siguiente me dijo ‘ven por tu cheque, ya sabes que así es esto’. Y fui como en shock, pensando chin, el éxito tiene condiciones”.
Rafael. En un diálogo que “cuya historia se sale de cualquier guion imaginable” anota Malvido cita: “(…) A mí me han desilusionado tanto los artistas, pero jamás las obras. Imagínate (Carla) lo que yo respeto a Wagner o a Beethoven, sus obras me fascinan, pero son un par de hijos de la fregada, igual a muchos artistas que conozco, egocéntricos, asquerosillos, me pueden caer mal y su obra es muy buena, hacen cosas padrísimas”.
Eraclio. Una visita al dominio zapatista en 1994. “Entonces al día siguiente fuimos en tres camionetas. Cuauhtémoc (Cárdenas) insistió en que yo me fuera con él en la suya, donde iban también Heberto (Castillo) y Porfirio Muñoz Ledo, los dos con sus esposas. Y venían en la otra camioneta Rosario Robles y esta señora muy inteligente, especialista en cuestiones ecológicas, Claudia Sheinbaum”.
Carlos. Al referirse a sus dos hijos más los tres que tenía Sara al unirse. “Los hijos, aunque se dediquen a diferentes materias, en general los cinco, salvo la mujer, todos discuten mucho de cuestiones políticas, a todos les interesa, y se discute tanto la política internacional como la política nacional por supuesto, ¿no? Ya sabes, hay los partidarios de Andrés Manuel López Obrador y los que no están tan a favor…”.
Arturo. “Desde que estudiaba en La Esmeralda, yo era alumno de Agustín Lazo y como la escuela era muy pobre, había dos grupos con distinto maestro en un solo salón”.
Cuenta la pareja Rina-Arturo a la reportera que “uno de los amigos que los acompañaron en la tarea de pintar aquellos carteles y después, en la gran pachanga de la Villa (de Guadalupe), era Arnoldo Martínez Verdugo. En ese entonces era pintor y fungía como ayudante de Miguel Covarrubias. Le dijo a Rina un día: ‘Veo que hay muchos pintores en el partido (Comunista) y muy pocos políticos, así que yo desde ahora me voy a dedicar a la política’. Y no volvió a pintar, y la verdad es que lo hacía muy bien”.
Alberto. “Cuando empezamos a andar aquella tarde que se inundaron nuestras feromonas, ella abandonó su proyecto de casarse con el señor del Hola (la revista) y entonces yo era un hippie que no usaba más que huaraches, pelo largo y barba y entonces, claro, su familia no vio bien aquello y quedé prohibido de entrar a su casa. Éramos una pareja clandestina”.
Alberto. “(…) porque cuando no tienes dinero, pues el mundo es tuyo, tú abres las manos y el mundo es tuyo”.
Alberto. “Había salido muy golpeado de Vuelta (la revista) y no quería nada más de bando e irme a Nexos (la otra revista). Entonces, la idea era no convertir a la nueva Artes de México en otro grupo de poder, no me interesaba tener poder intelectual, sino crear una revista como un lugar de confluencia donde reunir autores que piensan diferente, esa fue una de mis metas”.
Héctor. “Qué quieres hacer?”. Y ella le contesta -escribe Malvido- lo que le ha respondido siempre, dice, a lo largo de más de tres décadas: “Lo que tu quieras. ¿Qué quieres?”
-“Yo, coger”.
-“Pues yo también”.
Sigue Malvido: “Pero en 1996, un día habló a Nexos y preguntó: ‘¿Está Héctor Aguilar Camín?’. El escritor recogió a su padre que estaba en un estado casi de indigencia y desde entonces se encargó de él”.
Y si me invitan al cónclave entre las entrevistadas, entrevistados y entrevistodes, les propongo en vivo las alternativas de intercambio de parejas para cotorrear los pareceres.
También ustedes lo pueden imaginar…