Del momento preciso no me acuerdo. Quizá fue para ver El diario de un loco (Gógol) con Carlos Ancira. La primera de muchas veces que lo vi, que platicamos. En ese instante ahí, ya, desde hace años, el Polyforum Cultural Siqueiros (1971). A sus espaldas la mole que tras montones de años en obras con aspiraciones de Hotel de México (1966), se convirtió en el WTC.
A la gente de entonces que fuimos le daba cosa encaramarse a la plataforma del rascacielos. Que te podías marear con el suave giro del restaurante que le colma. También perder el equilibrio por el precio de sentarse a esas alturas. Hasta ahora solo ha habido una vez de tal vértigo, cuando juntar los dineros fue odisea y animarla a subir, toda una conquista.
Cuento por docenas mis pasos en el cruce de Filadelfia e Insurgentes Sur, pero hace años que se terminaron mis entradas al Polyforum. Regreso desde la lejanía al misterio que le envuelve por proyectarse a sus pies un nuevo edificio de usos mixtos bautizado como 724 Insurgentes Sur: sucursal del fifí Hotel Hyatt, departamentos chingonérricamente ultramodernos, restaurantes de autor, gimnasio full injection, amenidades de encerrón y un imponente “Private Sky”, un carril de nado (que igual sirve para el chapuzón sanador en día de contingencia) arribita del piso 24, desde donde verán el Popo y el Ixtla los respetables que le lleguen al precio.
Dicen los constructores que las residencias “están diseñadas para generar amplios espacios, con alturas libres de 2.90 metros (en sala, comedor y recámara), algunas inclusive con terrazas. Entre los materiales de lujo encontramos pisos de madera con acabado de roble europeo, muebles (clósets, alacena y cocineta) de madera con acabado de roble blanqueado al aceite, así como recubrimientos (pisos y muros) de granito negro Galaxy en baños”.
La cadena de relajos alrededor del Polyforum (con otros tantos que señalan la historia de esa manzana de la colonia Nápoles) pareció tener punto de inflexión en septiembre de 2017. Sonrientes en la fotografía oficial Miguel Ángel Mancera, Eduardo Vázquez, Jorge Volpi, entre otros. Que 30 millones de pesos en un fideicomiso para darle lustre al legado que es patrimonio privado y público.
En estos tiempos de la CDMX con servidores públicos como Sheinbaum, Taboada, Frausto y Jiménez, que es también era de los empresarios inmobiliarios neoliberales de siempre, el Polyforum aguarda verse engullido, como rejuvenecido a la vez que engalanado por tan “vanguardista” obra que aguarda el banderazo de los liberales de la cuatroté y de los conservadores panistas.