Con tanto argüende de la muy pobre Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural y de su flamante brazo asesor compartido con la Secretaría de Cultura, el Consejo de Diplomacia Cultural, me hubiera gustado encontrar en el Programa Sectorial de Relaciones Exteriores, algo más que lugares comunes. Retórica que tiene señales claras del pasado neoliberal. Nada que indique el quiebre del que tanto se alardea.
Digamos al menos un mínimo diagnóstico del campo. Algunas claridades sobre las implicaciones de cambiarle el nombre al área que aún es de Cooperación Educativa y Cultural en la Agencia Mexicana de Cooperación Cultural para el Desarrollo (AMEXCID). Ver comprometidos objetivos y metas de su llamado sistema regional de diplomacia cultural (cuyo “portal” diplomaciacultural.mx sigue causando penas) y de los 17 centros e institutos con que cuenta México en el exterior.
Con un marco legal que tanto o más exige a los programas sectoriales, con mucho tiempo de por medio para integrar el cumplimiento (cumplir y mentir), quizá haber dedicado algunas líneas al proyecto de la cuatroté con los organismos internacionales de cultura donde nuestro país paga por participar (¿seguirá aportando en el 2021 o acabará con esas cuotas el coronavirus y la austeridad republicana?) así como con las instituciones de educación superior, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil (que tanto se ponderan en lo que a derechos humanos refiere en la estrategia prioritaria 5.5).
Como nada de eso encontré, me atengo a que, como en el caso del Programa Sectorial de Cultura, con el de Relaciones Exteriores también muchos hemos perdido, tras años de señalar las aspiraciones de una política exterior con un fuerte componente de cooperación y diplomacia cultural. Estamos ante otro documento para pasar la aduana de la todavía herencia neoliberal que es lo dictado por la Ley de Planeación. Así las cosas, veamos lo que se señala.
Copiar y pegar del caso
Ustedes dirán.
En el apartado inicial de “Análisis del estado actual”, se refiere a la instalación del Consejo de Diplomacia Cultural “integrado por 20 notables artistas, escritores, intelectuales y gestores, hombres y mujeres que representan las distintas vertientes de nuestra identidad cultural, promoverá la cultura y el arte de nuestro país en el mundo y propiciará el diálogo entre civilizaciones. La diplomacia cultural proyectará a México como una potencia cultural, diversa y milenaria. En colaboración con la Secretaría de Cultura, se generarán estrategias de impulso a una red de cooperación y promoción de las identidades culturales del país, la cual tendrá como soporte clave a las embajadas y consulados en el exterior”.
En los Objetivos prioritarios, en dos se cruza la cooperación cultural internacional.
“1.- Consolidar relaciones de amistad, entendimiento y mutuo beneficio con países de las distintas regiones del mundo en beneficio de la sociedad, y que contribuyan a la construcción de un país con bienestar”.
La “Acción puntual” de la estrategia prioritaria 1.1 “Posicionar a México como un socio prioritario e interlocutor confiable para los países de América Latina y el Caribe, comprometido con las mejores causas regionales” es la 1.1.6 “Procurar una mayor presencia de México en el Caribe mediante la cooperación, la promoción comercial y de inversiones, y la diplomacia cultural”.
Ustedes dirán.
Pasemos al Objetivo prioritario 2.- “Lograr que la política de cooperación internacional para el desarrollo y de promoción de México en el exterior contribuyan al desarrollo humano sostenible de México y de nuestros socios, con prioridad en Centroamérica”.
En la “Relevancia del Objetivo prioritario 2”, se lee: “Promoción de México. La Diplomacia Cultural de México se consolida como un innovador recurso de amplio alcance, de detonación de iniciativas y acciones de política exterior del actual Gobierno. En este sentido, en coordinación con la Secretaría de Cultura, se pretende impulsar la imagen de México a través de la cultura, diversificándola con una visión más amplia e incluyente, poniendo acento en las nuevas y más sobresalientes manifestaciones culturales que no pertenecen al catálogo acostumbrado”.
¡Esa maldita costumbre neoliberal, caray, que solo se presta para repetirse incesantemente!
Y sigue: “La nueva Diplomacia Cultural de México habrá de contribuir a la reconfiguración simbólica de nuestro país desde el Servicio Exterior, considerando a la cooperación con otros países como un eje fundamental para que la cultura constituya un instrumento potencial para el desarrollo de México.
“Más allá de la promoción de las expresiones tradicionales de la cultura, la Cancillería cuenta con la oportunidad de mostrar al mundo nuestras raíces, historia y orgullo de pertenencia, tarea en la que la cultura se concibe como un instrumento de generación de alianzas y reconstrucción de tejidos sociales”.
Así solitos, pues, con el servicio exterior, para qué con los demás.
Ustedes dirán.
Como en el cine
Veamos esta toma de un cuadro completo:
¡Vaya champurrado, ni en Chicago lo encuentras!
¿En verdad, señor canciller Marcelo Ebrard, usted sancionó el guion del largometraje? ¿Tiene algún sentido pedirle mayores explicaciones?
Por supuesto que en el apartado de “Metas para el bienestar y parámetros”, san se acabó: ni cómo medir la diplomacia cultural de la cuatroté.
Viene el desenlace de película.
En el “Epílogo. Visión hacia el futuro”, se indica: “La LCID (Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo), publicada el 6 de abril de 2011 (cierto, herencia neoliberal), continúa siendo un referente normativo para socios (¡!) internacionales. Sin embargo, para México su adopción y mandatos han significado retos importantes a nivel institucional (¡eureka, no todo lo neoliberal es malo!). Se buscará consolidar a la AMEXCID, al PROCID, al Registro Nacional de Cooperación Internacional para el Desarrollo y al Fondo Nacional de Cooperación Internacional para el Desarrollo” fondo que, como otros que opera la AMEXCID, se encuentran en la lista negra para ser aniquilados por los diputados de MORENA por instrucción presidencial, tan pronto como el calendario lo permita (al respecto ver El rosario del coronavirus del 16 de mayo).
Al fin que a otro canciller le tocará terminar lo que Marcelo Ebrard ha iniciado.
THE END