Pues no resistí la tentación de encadenar otras citas. Para elaborar esta nota, opté por ir del final del volumen hasta donde cerré la sexta entrega del serial. Recordemos que Pedro Ángel Palou concluye el largo recorrido de la Ciudad de México tras los sismos de 1985.
Y reitero la motivación de estas entregas: dar cuenta de los episodios de la vida y el sector cultural que contiene México. La novela (Planeta, 2022).
Con la historia se crean oficios: “El pasado estaba enterrado y ustedes son los antisepultureros. Todo arqueólogo es un profanador de tumbas”.
Tareas que son de doble filo: “Recuperar conlleva sacrificar (…) Encontrar implica destruir”.
Viene entonces el guiño: “El presidente decidió ordenar que se expropiaran y, si fuera necesario, se hicieran demoliciones para rescatar ese espacio sagrado”.
En cuestiones patrimoniales, las constantes: “El Consejo de Arqueología parecía un tribunal de la Inquisición debatiendo sobre una teología ignota”.
Son años de nuevas obras y de los problemas de muchísimos años: “El nuevo hospital Salvador Zubirán logró su retorno; pero la fuga de cerebros continúa”.
Tanto como quienes ofician con el arte: “Ya ves, a mí también me chifla el coleccionismo. Es mi adición”.
El escritor Palou escarba en otras capas para encontrar que “Inauguraban el cine Regis con una película británica, Repulsión, de Roman Polanski, de la que todo el mundo hablaba”, que “- Ese que está allí, fumando solitario, es Juan Rulfo”, que “Leopoldo fue al panteón, como tantos otros, a rendirle honor a uno de sus patriotas favoritos (José C. Orozco), uno que no se rindió nunca ante el burdo nacionalismo”.
El poblano se la pasa profanando página tras página el historial cultural mexicano: “La hizo crecer (su biblioteca) gracias a un par de nuevos amigos libreros de viejo de Donceles”; “En la radio de la lonchería sonaba la XEW y se escuchaba Farolito de Agustín Lara”; “La que pensaban que sería recordada como la boda de la década solo la rememoraron Torres Bodet y Cuautle como el fiasco del siglo, esa tarde de 1938”.
Se baila y mucho en el Salón México, “(…) un letrero dictaba ‘No tiren colillas, porque se queman los pies las damas’”. Es la Catedral del Danzón llena de los ritmos sensuales de la Orquesta Radio, de los aromas de la loción Siete Machos.
Una capital latinoamericana en la que “Posteriormente se crearía la revista Contemporáneos”; “Ahí Leopoldo conoció a varios intelectuales que escribían en la revista cultural Ulises, enfocada en la poesía. Posteriormente, bajo el auspicio de Antonieta Rivas Mercado, se crearía el Teatro Ulises, dirigido por Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, entre otros”.
Es la zona donde “La idea de Fito y de Vasconcelos era colaborar con el presidente Obregón para que los gringos reconocieran su gobierno a través de esa exhibición (de artesanías) itinerante que iría primero a Los Ángeles y luego a Washington”.
El lugar del arribo tecnológico: “Él había sido uno de los primeros en el país en tener un fonógrafo, una cámara de fotografiar. Ahora debía conseguirse un radio”; el sitio territorial donde “(…) el gran Caruso que había venido a México y había grabado Noche feliz”.
Es el centro de la lucha armada tras el porfiriato: “Un cañonazo ha destruido los mármoles de la fachada del Teatro Nacional”.
La ciudad engalanada por el festín de su Independencia: “Los más de quinientos extranjeros invitados (a las fiestas del Centenario) estuvieron maravillados con el Museo Mexicano, excelsamente cuidado, dirigido por Francisco del Paso y Troncoso”.
El valle en el cual “Le había tomado especial afecto a Ernesto Elorduy, quien era discípulo de Clara Schumann y había estudiado en Alemania. Estaba trabajando en una ópera, Zulema, que Loretta había financiado”, región mexicana en la que “Estaba acabando el siglo (XIX) y Nicolás también llevaba a su hijo al Cinematógrafo Lumiere”.
Se va y viene entre los oleajes de la guerra de Reforma “No por nada de broma la llamaban en la familia la Señorita Dodona, una domadora que podía montar cuatro caballos a pelo en el Circo Orrín”; crucial conflicto decimonónico del que “Juárez quería darles a los mexicanos una religión que les enseñara a leer y escribir. Solo así dejarían atrás la superstición”.
“Pudimos haber sido la nación más avanzada del planeta”, suelta uno de los personajes de México. La novela de Pedro Ángel Palou.
“El futuro está en el pasado, Fernanda, ¿puedes verlo?”.
Todo indica la respuesta: nadie pudo verlo y seguimos sin darnos cuenta.
Querido lector: Ten presente que estas entregas forman un serial del 1 al 6 más este epílogo. Al concluir te recuerdo que las tienes a mano en este blog si sigues el orden.