1 En agosto tendrá lugar el cambio de año base del Sistema de Cuentas Nacionales a cargo del INEGI. Se realiza cada lustro. Pasaremos del 2013 al 2018, con lo cual se actualizarán miles de datos, entre ellos los que atañen al sector cultural.
Veremos en la nueva numeralia de las actividades económicas de la cultura qué tendencias se imponen y, sobre todo, que sean útiles en un medio empeñado en no ver tan valiosa información.
2 La pregunta se repite desde hace tiempo al iniciar un año nuevo: ¿se puede esperar algún fenómeno que impulse la productividad del sector cultural?
Es cierto que durante la primera década del siglo XXI existieron algunos programas oficiales para alentar la economía cultural. También sabemos que es la propia dinámica del mercado la que le sostiene.
Los estímulos se fueron borrando en el sexenio de Enrique Peña Nieto y han desaparecido en el régimen cuatrotero. Por ello la expectativa del 2023 es que no se vaya más allá de lo que ya produce, lo cual es una inercia asumida con resignación.
Se adicionarán nuevos negocios para pelear fragmentos del mercado en donde hay dinero: en la llamada cultura digital, en la producción de espectáculos y en ciertos servicios profesionales que demandan, sobre todo, las instituciones públicas.
Por ello no levantará el empleo. Recordemos que son más de 144 mil Puestos de Trabajo Ocupados que se han perdido desde 2019.
3 La Secretaría de Cultura y destacadamente el INAH vivirán doce meses cruciales de cara al cierre de sexenio. El demencial trabajo que ha impuesto las obras del Tren Maya augura que superará con creces a lo esperado en el proyecto de Chapultepec.
Los efectos del poder económico del patrimonio Maya en el sureste serán en toda la cadena de valor alrededor del ferrocarril. Ambas megaobras empujarán el empleo, lo cual no significa que vaya a ser numeroso, con prestaciones de ley y bien remunerado.
4 Cuando en septiembre se publique el Reporte de Donatarias Autorizadas, que elabora la Secretaría de Hacienda, veremos que tan pronunciada sigue siendo la caída de captación de las organizaciones culturales.
En lo que va de 2019 a 2021, dichas instituciones han dejado de percibir 540 millones de pesos. Del 2020 al 2021, bajaron 71 millones de pesos los donativos.
Al corte de octubre de 2022, en el país había 756 donatarias culturales, 30 más que en 2021, en un universo nacional de 10 mil 449.
Los otros miles de organizaciones que existen sin facultad de expedir recibos deducibles tampoco la pasarán bien, ya que existen topes de ingresos y una audaz vigilancia del SAT en un nicho también pulverizado.
5 El proceso de cambio de rector en la UNAM traerá un nuevo titular del área de cultura. Para este año la universidad ejercerá casi 53 mil millones de pesos, lo que significa mucho más dinero de lo captado por donativos a nivel nacional que, en 2021, fue de poco menos de 47 mil millones de pesos.
Del presupuesto puma, a extensión y difusión de la cultura de destinan alrededor de 3 mil millones. Ese cargo siempre ha sido muy codiciado.
6 No auguramos un enorme drama cultural cuando se concrete la venta de Citibanamex. Quienes se harán del banco no son tontos: saben que el patrimonio cultural es un activo altamente rentable y por ello, conservarlo es estratégico… Para venderlo, si es el caso.
7 El Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU), celebrará 14 años de existencia en junio. Instalará el “Búnker de campaña del sector cultural”, para participar en las elecciones de 2024.
8 Hacia fin de año veremos cambios en la Secretaría de Cultura federal. El deslinde oportuno por los tiempos electorales del 2024 promoverá los ajustes necesarios.
9 Será relevante lo que harán las feministas en el aniversario luctuoso del machín Pancho Villa.