Mi entrañable amigo Leobardo Sarabia me obsequia dos recientes libros, mismos que dan mayor consistencia a su vital obra. Viaje a la ciudad en cuarentena. Epidemia, contagio y transfrontera y Aforismos de la epidemia. Comenzaron a circular el año pasado y el sello editorial es TijuanaMetro, su casa editorial.
Biógrafo incansable de su territorio, Sarabia es un coleccionista apasionado del devenir de la entrañable y siempre cuna de caleidoscopios Tijuana, la tía Juana, vale suscribir.
Nos reencontramos hace unas semanas en la frontera mayor de México y de los Estados Unidos. Es la cuna de tantos de mis afectos, aventuras, sorpresas, hallazgos, revelaciones.
Al amigo como también al profesional, el reconocimiento en el sustento de su trayectoria: es un editor de revistas. Recordemos Esquina baja, Escenarios y Tijuana metro.
A la vez es autor de libros de crónica como Zona de turbulencia y Manual de sobrevivencia en la ciudad T, así como ensayista en Monsiváis en la frontera.
Como gestor cultural dejó huella, por ejemplo, al crear el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana (IMAC). Y como autor de modelos novedosos de desarrollo cultural, sostiene el Festival Tijuana Interzona.
Tenemos en Viaje a la ciudad en cuarentena. Epidemia, contagio y transfrontera un catálogo de 19 apartados, más un “Vocabulario personal de la epidemia”. Fue escrito entre marzo del 2020 y marzo del 2021 y está dedicado a la entrañable Ava Ordorica.
Entre los apartados se nombran “Una isla llamada maquiladora”, “La ciudad como teatro de variedades”, “Los murmullos del Covid” y “El día de la vacuna”, entre otros.
En tanto que Aforismos de la epidemia, se compone de siete secciones.
Me atrevo a perfilar que ambos títulos son los primeros que un cronista pone en la mesa pública tras los estragos de la pandemia del coronavirus. Una cosa son los millones de testimonios de un periodo doloroso y otra que un testigo, así como parte del fenómeno, ponga en páginas el compendio.
A lo nacional de la crisis sanitaria, se impone la fragmentación del sufrimiento y los frentes locales. Todo lo vivido merece su lugar. Es hasta ahora, la experiencia clínica más traumática del país y del mundo. Que un autor lance los escenarios de su entorno, es un mérito por su valor testimonial y por lo mismo, aleccionador.
Escribe Sarabia en el primer título: “La ciudad frontera modificó de golpe su respiración urbana, sus contraseñas amables, su complicada cartografía de signos, y ahora nos ocupamos en la contabilidad de muertos, en revisar las cifras de contagio, en habitar el reino de las esquelas funerarias”.
Por lo mismo, “Ahora, cualquier balance resulta parcial; cada quien debe comprometerse con su reflexión personal y volverla colectiva”.
El cronista cumple y pone en sus palabras lo que quizá casi todos deseamos nombrar. Es el mérito del que sabe leer a su comunidad. Escuchemos una breve selección de decires en Viaje a la ciudad en cuarentena. Epidemia, contagio y transfrontera. No hay quebradero de cabeza para ponerlas en contexto.
“El Covid-19, ese asesino serial”.
“Los Oxxos, son pequeñas fortalezas blindadas”.
“El acecho a las reservas de la cerveza ante la rumorología”.
“Meterse a diplomados, cursos y webinars diversos con temeridad suicida. Un archipiélago vacío de posgrados, con diplomas como hologramas. Reuniones Zoom análogas a sesiones de espiritismo. Llamadas a medianoche”.
“Sobrevivir a la economía del acoso. Contratos, proyectos, becas, trabajo emergente. Cuentas pendientes. La personal balanza de pagos. La guadaña del SAT, isócrona, inaudible, liquidadora”.
Hay en la obra de Sarabia sentencias que advierten una enorme labor de investigación por realizar: “Un soundtrack urbano apagado”.
“Ni hablar: ‘Tijuana es una monarquía y su emperatriz es la violencia’, dicen”.
“Las redes simulan un gigantesco hospital, un cementerio digital, con el santo y seña de los caídos, incluidas sus lápidas virtuales”.
En los contrasentidos, añade Sarabia, “Los activistas antivacunas endurecen su lenguaje freak y tercos, obstinados, disfrutan su perorata. Incertidumbre. En Tijuana cualquier cosa puede salir mal, todo es posible; el hoyo negro donde fracasan los planes”.
“Esta vasta movilización ciudadana, más de cien mil personas, asisten motivados por el reflejo pavloviano de la sobrevivencia”.
“En tranvías públicos, camiones, trenes conurbados, taxis colectivos, se recicla la infección grupal y sostenida, de aquellos desafortunados tocadas por el sorteo de los contagios. El azar con su juego sucio de costumbre. La embestida viral tiene una puntería clasista”.
El arte de la contundencia
Sus Aforismos de la epidemia se dividen en siete partes como “Ciudad sitiada”, “Viejas baladas” y “Tenues profecías”. Señala Leobardo que “Deseo apresar la tonalidad de la tragedia (…) Verdades transitorias, leyendas urbanas, espejismos, el bosque móvil de las noticias falsas”.
En muchos sentidos, quien ha seguido la obra del sinalonese que llegó a Tijuana a temprana edad, sabe que su narrativa está cargada de eso: de aforismos. Escuchemos esta selección.
“La frontera se abre y se cierra con la voracidad de una planta caníbal”.
“En la ciudad que todo cambia, no advertimos los veloces mecanismos de su transfiguración”.
“Intenté cruzar sucesivas aduanas, sin documentos ni valijas, con tal de apresurar la huida”.
“Ante el regreso de la epidemia, saqué mi carnet de vacunado como un estandarte de rendición”.
“La vocación de frontera se cumple en la epidemia: siguen llegando forasteros”.
“Salir con vida del túnel de sombra hospitalario es técnicamente una resurrección”.
“Del recuento funeral queda un aviso, casi una sentencia: estos días volverán”.
“¿De qué sirve la crónica, la manía del recuerdo? Estos textos son grafittis en un muro que se derrumba”.
Enhorabuena literatura postpandémica, en Leobardo Sarabia tiene un contundente acervo para la historia, como una apuesta a superar por otros autores.