Que el 76.4% del PIB del sector cultural se concentre en tres campos, cosa no del todo nueva, tendría que causar un ajuste brutal en las políticas económicas y culturales del gobierno humanista en turno.
Y también un drástico cambio de proceder de los otros actores sectoriales, el privado y el social.
Pero no. Siguiendo la estela de los gobiernos neoliberales como conservadores, el cuatroteista no quiere ver el drama de un sector cuya productividad permanece felizmente, con aplausos, estancada.
Tampoco, ante la frialdad de los números del INEGI y la Cuenta Satélite de la Cultura, se fijan medidas de aliento y preservación de numerosas actividades económicas en riesgo de reducirse a un cónclave de tribus.
Deberían inventarse ya las declaratorias de desastre cultural y dictarse ayudas como si fuera un programa para adultos mayores.
Contrariarse por lo dicho es teatralizar el engaño. En la gráfica de esta entrega que generosamente nos da el INEGI como parte de una serie de 15, podemos mirar en su desnudez a las Artes visuales y plásticas, a la Música y los conciertos, al Patrimonio material y natural y a los Libros, impresiones y prensa que juntos apenas alcanzan el 5.9% del PIB.
Y uno de los nodos del afamado pilar del desarrollo que insisten en adornarlo como industria, el segmento de Diseño y servicios creativos, les gana a los otros cuatro compañeros del pastel, con una porción del 8.5%.
Y el resto de las áreas que sus ojos miran, si es que resisten el arrojo de hacerlo, suman 9.1% de la masa total. Es decir, siete contra tres y ni así ganan.
Podría uno imaginarse la escena: una reunión de urgencia de la familia de músicos, de actores, de arqueólogos y editores en cada rincón de la patria. Y tras leer en voz alta estas líneas o las que bien se encuentren interpretando los datos, gritar al viento: ¿y ahora qué carajos hacemos?
Lamentablemente aquí no aplica aquello de que “si no puedes con el enemigo, únete a él”. Los dueños del 35% suelen ser bastante codos; los queridos productores artesanales un gremio férreo y delimitado para solidaridades. En tanto que la Producción cultural de los hogares representa una miscelánea que es estanquillo: si alguien entra, pues suerte en las disputas.
Cómo extraño a Yolanda Vargas Dulché.