Referirse a los cancilleres mexicanos por fuentes históricas, en tanto no fueron nuestros contemporáneos, es una manera de comprender sus trayectorias. Otra es valorarlos a partir del acontecer de tu vida, de tus intereses profesionales, de desarrollo y como simple ciudadano.
En esa perspectiva se puede comprender la designación de un secretario de Relaciones Exteriores (SRE) a partir de si forma o no parte del Servicio Exterior Mexicano. Luego, qué tan cerca o lejos está tanto su formación profesional como su carrera política para tomar los múltiples hilos de la política exterior. Naturalmente también se determinan las corrientes ideológicas de la misma manera que se pueden delinear estilos de la gestión pública.
En esta apretada forma de enfilar mis palabras, el doctor Juan Ramón de la Fuente se convierte en el primer canciller que marca notables diferencias con sus antecesores. Entre algunas de ellas está el unirse al nutrido grupo de titulares de la SRE que no son de carrera, pero que tuvieron experiencia previa de alto nivel. Luego viene el tránsito generacional al que pertenece, el de entre siglos, con la cauda de sucesos que han marcado la historia del país. Citemos el experimentar los acontecimientos del dominio de un partido hegemónico, luego la alternancia, para situarse después en la Cuarta Transformación.
Pero hay algo que me parece el punto de inflexión. De la Fuente es el primer canciller que fue rector de la UNAM. Ocurrió en momentos delicados, como bien se recuerda. Llegó a la universidad cuando ardía por un conflicto estudiantil que le costó el cargo al doctor Francisco Barnés. El reconocimiento a la transformación de la UNAM de 1999 a 2007 le fue concedido de manera unánime y determina por ello lo que ha llevado a cabo en su trayectoria de ese año hasta ahora como miembro del gabinete de la presidenta, a partir del 1 de octubre, Claudia Sheinbaum.
Me detengo en el ser universitario del doctor De la Fuente. Lo hago como creyente de que el haber vivido las entrañas de la institución es de esperarse haga notar ese sello. La situación es determinante, dicho coloquialmente, por conocer las dos caras de la moneda: el calibre del conocimiento generado desde el campus, como la elaborada dificultad de conciliarlo con el conjunto de políticas públicas que caracterizan un gobierno.
Es por ello por lo que, entre lo realizado en la administración de AMLO, con lo que ejerció en la ONU y lo que son las indicaciones de Sheinbaum, hay justamente el trecho por construir, donde el universitario De la Fuente habrá de poner su marca. Diré algunos de los escenarios.
La designación del nuevo embajador de México en Estados Unidos, la relación con Ecuador, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Argentina, así como la urgencia de redimensionar la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para del Desarrollo (AMEXCID). Está la necesidad de plazas para fortalecer el Servicio Exterior Mexicano, así como el surgimiento de oficinas como las destinadas a las diplomacias pública, cultural y de turismo.
Como sabemos, al lado de la AMEXCID, estas áreas son las que mayor soltura tienen para dinamizar las relaciones diplomáticas. Atenidos a lo que el entonces rector de la UNAM llevó a cabo, es de esperarse una nueva fisonomía en estos instrumentos de la política exterior. He sido partidario de enmendar un error de origen: el haber separado de la agencia lo cultural (a lo que se suma ahora lo turístico) y el brindarle al organismo su autonomía, lo que inicialmente fue el deseo de la promotora, la ya fallecida canciller Rosario Green.
En lo que refiere a la diplomacia cultural, con su cauda de aristas, Juan Ramón de la Fuente vivió como rector variadas experiencias que habrán de alimentar sus tareas en cancillería. Lo hizo cuando tuvo como coordinador de Difusión Cultural al ya ausente Ignacio Solares y posteriormente con Gerardo Estrada, después de su gestión en la SRE con Jorge G. Castañeda.
Por haber participado de ese periodo tan memorable, el de Castañeda y Estrada, como agregado cultural en Colombia, con el embajador Luis Ortiz Monasterio y de la mano de la Universidad Nacional de Colombia, organizamos en 2003 un homenaje a la UNAM, con la presencia del doctor De la Fuente, Ignacio Solares y Hernán Lara Zavala, quien era director de Literatura. La motivación: Colombia era (es) el país con mayor número de egresados en Sudamérica de la universidad.
La cancillería tiene rector.
CODA: Van algunos párrafos del discurso del doctor De la Fuente cuando asumió la rectoría de la UNAM en noviembre de 1999.
“No veo en el horizonte otro camino más que el de la construcción de un gran consenso universitario. Un consenso que nos una, que nos fortalezca, que nos estimule, pero sobre todo, un consenso que nos reconcilie».
«Me propongo iniciar de inmediato la construcción de ese gran consenso. No hay más tiempo que perder. La Universidad camina sobre el filo de la navaja. Dejemos atrás los agravios y las polaridades que tanto daño nos han hecho».
«Sé muy bien que hay cansancio, hastío, y que en algunos sectores también desánimo e irritación. Pero por eso mismo hoy debemos poner mayor empeño, tomar un nuevo aliento para que la vida académica e institucional regrese a todas nuestras instalaciones, e iniciar desde ahí la tan esperada como necesaria reforma institucional».
Y otros párrafos de cuando fue reelegido para un segundo periodo, en noviembre de 2003.
“Hemos aprendido que disentir es un privilegio de la inteligencia, no un pretexto para la violencia; y hemos aprendido, también, que coincidir es un privilegio de la razón, una consecuencia de la libertad, no de la subordinación”.
“Optamos por el difícil y a veces lento recorrido que implica la construcción de consensos, como corresponde a una comunidad plural, crítica, creativa y a veces, acaso, disímbola”.
“La Universidad sigue siendo ese gran centro generador de ideas, y encarna el proyecto cultural más vivo y vasto que se haya generado en México: anima los mejores valores que como sociedad podemos poner en práctica; alberga los talentos superiores, las mentes más lúcidas, las inteligencias mejor cultivadas; derrama los beneficios del conocimiento al pueblo del que proviene y al que se debe”.
Y una más de noviembre de 1999:
Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD a la jefatura de Gobierno del DF: «Con el arribo de De la Fuente se puede resolver el problema, mediante el diálogo, el acuerdo, la negociación y utilizando la fuerza de la política, y no la política de la fuerza. En este conflicto se tiene que actuar con generosidad y tolerancia».
Fuentes:
http://www.biblioweb.tic.unam.mx/libros/movimiento/capitulo11.html